Lect.. Sb 11, 22. 12,2: 2Tes 1,11-2, 2; Lc 19: 1 -10
1. Podemos preguntarnos qué hace un hombre rico y con un puesto importante de funcionario, jugando un papel protagónico en este texto de Lucas. Tiene que sorprendernos porque sabemos que este evangelista es conocido como evangelista de los pobres y de la misericordia. La respuesta a nuestra inquietud va a salir de la lectura cuidadosa del pasaje. Pero antes hay que hacer ver que probablemente ese mismo interrogante ya estaba extendido en los momentos en que se redacta este texto. Probablemente el autor se vio motivado a introducirlo tras constatar la preocupación y quizás el desconcierto de muchos en las primeras comunidades cuando veían que algunos de los que se acercan a Jesús vienen de grupos adinerados e incluso ligados al poder financiero.
2. Lucas, retoma elementos de esta narración más antigua y los articula en el relato de Zaqueo intentando dejar claro, por un lado, que la presencia de cristianos ricos, o ricos cristianos, en efecto planteaba un problema a la conciencia de las primeras comunidades y así lo sentía Zaqueo considerando su propio estatus. Lucas defiende entonces su presencia en la comunidad pero condicionada a que la búsqueda de Jesús y su seguimiento vayan inseparablemente unidos a su decisión de poner sus bienes al servicio de los demás y, en particular, de los más necesitados.
3. Queda confirmada esta interpretación con las frases de Jesús que ligan la salvación de Zaqueo y su declaración como hijo de Abraham a la práctica de compartir significativamente sus bienes. Precisamente, como lo hace ver Lucas al final del pasaje, lograr estos procesos de conversión, respaldados por sus actos, es el propósito de la venida del Hijo del Hombre. Nos recuerda la predicación de Juan el Bautista llamando, no simplemente a convertirse, sino a dar frutos de conversión. Ω
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