Lecturas: Is 66, 10-14); Ga 6, 14-18; Lc 10, 1-12.17-20
- Sigue Lucas combinando formas de expresión que nos ponen a reflexionar ya que apuntan a diverso sentido que parece contradictorio. Hablando de la misión de los 72 evangelizadores aporta una nota optimista y que causa alegría pero, al mismo tiempo continúa haciendo ver que estos misioneros también se toparán con hostilidad.
- Aclara que lo primero, la alegría, va ligada a la derrota del mal que se produce por el poder de la palabra de Dios que transmiten los predicadores. Pero es una alegría que debe moderarse: no se trata de sentirse super dotados. Lo que debe alegrarles es sentirse amados del Padre. Por lo demás están implicados en una batalla que está lejos de concluir. Valga la ocasión para recordar que el lenguaje empleado por Lucas es mitológico: corderos en medio de lobos, poder para aplastar serpientes y escorpiones, demonios cayendo del cielo… Creo que no resulta, por lo menos a mí, nada fácil el traducir las situaciones así descritas, en un lenguaje moderno.
- Lo que sí no es mitológico, ni siquiera simbólico, es el lenguaje llano con que se describe la sencillez con que debe presentarse el predicador evangélico: sin nada que haga pensar que confía en la fuerza del dinero, o de la acumulación de bienes para sus tareas,… Lucas deja claro que, al menos en la primera época de la evangelización, la vida sencilla del predicador era parte central de su predicación. No se trata ya en la época de esta tercera generación de cristianos, que estén pensando con Lucas en un signo de la inminencia del reino de Dios, sino en el recuerdo de los primeros tiempos cuando la confianza en la presencia de Jesús todo lo garantizaba y eso les llevaba a una vida de desapego de los bienes materiales.
- Valga añadir, para terminar, que Lucas duplica los relatos de vocación, uno que trae los nombres de los apóstoles (cf. 5, 27-28) y el otro indeterminado (9, 57-62). También hay en Lucas dos clases de institución, la de los Doce, cuyos nombres se enumeran (6, 12-16), y la de los setenta y dos anónimos (1O, 1), así como dos discursos de envío (9, 1-6 y 1O, 1-20). A diferencia de los Doce, centrados en Israel, los setenta y dos representan la misión cristiana entre las naciones, tal como se practicaba en tiempos de Lucas.” Ω
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