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DOMINGO DE PASCUA 2022: ¡JESÚS VIVE!, ¡JESÚS ES EL SEÑOR!

Lect:  Hechos 10, 34. 37-43; Col 3, 1-4 ; Jn 20, 1-9



  1. Dos son los temas centrales de la Pascua leyendo en conjunto los relatos evangélicos y escritos de Pablo: el primero es “Jesús vive”; siguen percibiéndolo vivo aun después de su muerte, aunque de forma radicalmente nueva. Jesús no está entre los muertos sino entre los vivos. Es una figura del presente, es la presencia que sus seguidores habían conocido antes de la crucifixión. Pero esta es una afirmación respaldada por la experiencia de muchos cristianos a lo largo de los siglos, aunque no todos la hayan tenido. Jesús es experimentado viviendo y actuando en la vida de muchos de sus seguidores.
  2. El segundo tema se puede resumir en otra frase, igualmente concisa, “Dios ha vindicado a Jesús”, le ha dicho “sí” a él y “no” a los poderosos que lo ejecutaron. Si esto es así, es entonces  que “Jesús es el Señor” “ y los señores de este mundo, los que lo mataron, no lo son.  No se trata de una promesa que se cumplirá después de un “happy ending” de la historia, sino de algo que ya está sucediendo. Los evangelistas no omiten las referencias a las huellas de su asesinato, no hablan de él como si simplemente hubiera sido un muerto casual. Según lo dice Marcos, “Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado”. 
  3. Pablo explicita un tercer tema, la resurrección de Jesús se relaciona con una transformación más general. Con Jesús resucitado empieza la transfiguración de un mundo injusto y violento. Para Pablo la resurrección de Jesús se da porque hay resurrección general, y viceversa. Por eso la llama “primeros frutos”. Y esa transfiguración general que ha comenzado debe de hacerse con la colaboración de todas y todos nosotros.
  4. Por eso es que los autores que hemos comentado estos días, Borg y Crossan, hablan de la Pascua y la vida cristiana hoy como de una transformación personal y política. Ambas partes son esenciales. Si se separaran o elimináramos una de las dos, estaríamos separando el egoísmo y la injusticia. “La muerte y la resurrección juntas, son una imagen central en el Nuevo Testamento para un paso hacia un sí mismo transformado. El paso implica morir a una vieja forma de ser y renacer a una nueva forma de ser. El Viernes Santo y la Pascua tratan sobre este paso, el paso del morir al resucitar, al nacer de nuevo.”  Y hablar de esa “nueva forma de ser” es hablar de una transformación que no se da de manera aislada, ni de cualquier manera. Ω

Nota:
La reflexiones de los próximos domingos del tiempo pascual nos darán oportunidad  para profundizar y esclarecer estos temas hasta ahora apenas esbozados comentando partes del libro de Borg y Crossan . Espero que con la ayuda de los y las lectoras podremos lograrlo.


Comentarios

  1. Anónimo9:42 p.m.

    Si no compartimos en nuestro propio ser la resurrección de Cristo, muy superficial sería nuestra fe. No es fácil, a veces nuestras comunidades y nosotros, individualmente, estamos más muertos que vivos, faltos de pasión, de ilusión, de compromiso. A algunos se les nota su alegría de vivir, de compartir, de construir un mejor mundo. Impresionan, cuestionan, invitan.

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