Domingo de Pascua
Lect. Hechos 10:34, 37-43; Colosenses 3:1-4; Juan 20:1-9
1. Para las primeras comunidades cristianas, la celebración de la Pascua como fiesta central no se explica simplemente por una mirada retrospectiva, al éxodo, a la liberación de Egipto. Responde, más bien, a que representa su experiencia de una vivencia que expresaron muy pronto con dos frases: ¡Jesús vive! y ¡Jesús es el Señor! Más allá de elementos legendarios y mitológicos con los que, necesariamente, en ese tiempo, tenían que expresar realidades extraordinarias, los evangelistas y sus comunidades querían transmitir su experiencia de la presencia de Jesús, de una manera nueva, en sus vivencias y en su actuar. Dicho de otra manera, era en la propia vida de ellos en la que experimentaban que Jesús continuaba viviendo y actuando, conforme le habían conocido antes de su muerte. Esa era la “pascua” ("paso") que empezaron a celebrar, el “paso” para Jesús de su existencia histórica, a una nueva forma de existencia, a través de su muerte. Que era, por lo demás, la manifestación de esa existencia nueva de Jesús en la vida de los mismos cristianos y cristianas.
2. Pero esa “pascua”, ese paso no había sido, para nada pacífico y tranquilo. Jesús no había muerto apaciblemente en una cama, ni por una enfermedad. Había sido víctima de una muerte violenta, había sido asesinado y por quienes ostentaban el poder político y religioso. Estos poderes, que regían como señores el sistema de dominación sobre el pueblo, y que ejercían en nombre del señor emperador, creyeron que era necesario eliminar a Jesús para mantenerse con el poder como dominadores. Por eso, al experimentar a Jesús viviente, los discípulos lo experimentaron también como “el Señor”, contra el cual no habían podido los poderes de este mundo.
3. Confesar que Jesús vive, y que Jesús es el Señor, para las primeras comunidades es confesar que estaban viviendo la misma vida de Jesús y compartiendo su compromiso por un reino de justicia, paz y fraternidad. Así también para nosotros, se trata de un compromiso que conlleva una transformación tanto personal como social y política. ¡Feliz pascua, para cada una y cada uno de nosotros!, Es decir, feliz paso a una nueva forma de existencia, muriendo a toda forma de vida centrado en sí mismo. Que sea así nuestro avance en el camino de espiritualidad cristiana.Ω
Feliz pascua profesor....
ResponderBorrarFeliz Pascua Jorge! Gracias!
ResponderBorrarGracias por esa reflexión tan interesante. Sí, yo creo que quienes conocieron a Jesús sintieron que alguien tan especial no se podía acabar con la muerte, sino que ahora su presencia inundaba todo, más que antes, cuando estaba con ellos, ahora estaba en todas partes. Seguía allí, presente en el camino que había transitado y que les había enseñado a transitar a sus amigos. El camino del Reino de Dios, de la solidaridad, del amor, de la justicia. Les enseñó que otra forma de vida es posible y que todas las personas son capaces de ver la vida y vivirla de otra manera diferente de lo que impone el "mundo".
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