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1er domingo de Cuaresma: Tres atracciones fatales

Lect.: Génesis 9:8-15; I Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15


  1. El relato de Marcos de las tentaciones de Jesús es mucho más breve que en los otros evangelios. Pero, aun así, presenta de manera sintética un rasgo esencial de toda la vida de Jesús, que lo es también de la de cada uno de nosotros. Al momento de iniciar su misión en los pueblos de Galilea, con lenguaje simbólico, el evangelista señala cómo desde el inicio y a lo largo de toda sus caminatas en tierras palestinas, Jesús estará siempre confrontado con la tentación de cambiar el rumbo de su vida, de volver la espalda a aquellos a cuyo servicio había sido enviado. Bajo la imagen mítica de Satán, se representa la tentación  de seguir una meta de vida humana  que es el reverso y es lo contrario al ideal del Cristo, del Reino de Dios.
  2. Como lo explicitan los otros evangelistas sinópticos, Mateo y Lucas, “Satán” representa y personifica tres poderes negativos presentes en la historia humana: el culto de los bienes materiales (pan), la idolatría del poder (reinos) y el de la manipulación ideológica religiosa (milagros espectaculares)[1]. Son tres  fuerzas negativas que poderosamente  nos atraen siempre a los seres humanos, —poseer, dominar, exhibir superioridad religiosa—, aunque conducen, paradójicamente, a la destrucción del hombre y con la del hombre la destrucción del reino de Dios. El rechazo que hace Jesús del tentador,  va unido a su opción por una vida de compromiso con hombres y mujeres para que puedan ser más plenamente humanos,  vivir en libertad, desarrollarse con salud, desplegar el poder de su existencia. También simbólicamente lo expresarán luego los exorcismos. Jesús rechaza lo diabólico, entendido como todo aquello que al hombre le impide realizarse en transparencia, lo que lo ata, lo empequeñece, lo que le impide comunicarse con los demás, lo que lo enajena, lo que lo saca de sí mismo y lo deja sometido a otras fuerzas que no le permiten ser en plenitud.  Todos los actos de la práctica liberadora de Jesús se expresan simbólicamente en las curaciones, en los exorcismos, en su mezclarse con los excluidos, en todo lo que constituye signos de la fuerza de Dios que salva.
  3. Es importante notar que el evangelista no reproduce aquella visión primitiva, presente en muchos pueblos antiguos, en la que se representa una especie de guerra cósmica entre el bien y el mal, entre espíritus malignos antagonistas de Dios y Dios mismo y “los suyos”. No hay nada que hable de una “guerra espiritual”, expresión usada por algunos grupos neopentecostales evangélicos y que ha empezado a conocerse  en estos días en Costa Rica, asociada con la participación electoral de esos grupos. Lo que, en el lenguaje de su tiempo nos expresa, es que existe una continua batalla dentro de nosotros mismos. Una batalla que ya había vivido Jesús, al ver el enfrentamiento entre dos formas de vida que se presentan a su elección: una, en el servicio al amor, en la construcción de una comunidad libre e igualitaria de hijos e hijas de Dios.  Y la otra forma de vida, que ambiciona el poder y d la acumulación excluyente de riquezas, para satisfacción del propio ego, pero que acaba destruyendo lo humano.
  4. También, de relevancia en el ambiente de Costa Rica hoy, hay que recalcar cuáles son las tres fuerzas de pecado sobre las que nos advierte el Evangelio, como especialmente peligrosas. Los peligros para la vida del cristiano vienen, primero, de la distorsión que se da en el ámbito de la economía, por la codicia del dinero y de las posesiones. Segundo,  por la distorsión en el campo político donde aparece una lucha por el poder no para servir sino para tener dominación política e imponerse sobre los demás. Y, tercero, en la distorsión de lo religioso, presentándolo como espectáculo para lograr impresionar y atemorizar a la gente y así alcanzar el control ideológico religioso de las conciencias. Llamará la atención, quizás a algunos, que sean estos para los evangelistas las tres fuentes de lo demoniaco en nosotros y no se mencione, siquiera, la temática sexual, algo que obsesiona a ciertos grupos hoy día, católicos y evangélicos neopentecostales, como si todo el mensaje cristiano girase en torno a esos temas.
  5. Al iniciar la Cuaresma, la preparación a la Pascua, más que una voz de alarma y de temor, el relato de Jesús venciendo las atracciones de esos poderes amenazadores, nos da una palabra de ánimo y de esperanza. Podemos confiar en que con el recorrido de estas semanas que vienen, se va a fortalecer nuestra buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, como dice la Carta de Pedro hoy. No hay poderes  que puedan derrotarnos porque, añade, Él está a la diestra de Dios, y todos los poderes le están sometidos.Ω




[1] Pueden leerse los relatos de las tentaciones en Mateo 4:1-11, y en el pasaje paralelo de Lucas 4:1-13, para recordar las imágenes literarias que evocan esos tres poderes negativos: la invitación a transformar piedras en panes, a obtener el control de todos los reinos del mundo y a hacer una exhibición de poder sobrenatural.

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