Lect.: Jeremías
20:10-13; Romanos 5:12-15; Mateo 10:26-33
- El texto evangélico de hoy contiene el final de las recomendaciones que hace Jesús a los Doce apóstoles cuando los envía “a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. No es todavía el mensaje que les dará cuando los envía a anunciar la Buena Noticia a todos los pueblos (Mt 28:19), pero tiene un contenido parecido. Los versículos finales del texto, que son los que leemos hoy encierran la convicción de Mateo de que la predicación y, con ella, el discipulado de Jesús, traen consigo necesariamente el sufrimiento ligado a la persecución de la que serán objeto. Este pasaje evangélico, como todo el capítulo 10 de Mateo, ha sido tema de muchas discusiones a lo largo de la historia sobre su significado y su aplicación, sobre todo para épocas posteriores a su redacción, como la nuestra. Y en nuestra vida práctica es posible que no acertemos a la primera, sobre lo que quiere decirnos a nosotros. ¿A qué “persecuciones” y “sufrimientos” se refiere? Sería evadirnos de lo esencial si tan solo pensamos en épocas lejanas en el tiempo como, por ejemplo, la época del imperio romano cuando, inicialmente, se perseguía a los cristianos porque atentaban contra la unidad del Imperio. O si pensamos, en nuestro propio tiempo, pero distantes geográficamente, en la persecución de ISIS, el llamado “Estado Islámico”, en Iraq y Siria, que ha tenido muchas víctimas de grupos cristianos muy antiguos, pero que son asesinados como otros no cristianos, incluso muchos musulmanes, porque estorban a los intereses de dominación política y militar de ese “Estado Islámico”. En concreto, para quienes vivimos en el mundo occidental, en un país como Costa Rica, ¿A qué “persecuciones” y “sufrimientos” se refiere?
- Para aproximarnos a una respuesta, debemos tener en cuenta los criterios que nos da el propio Mateo. Para el evangelista, la persecución deberá venirnos inevitablemente porque “el discípulo no es mayor que su maestro”. En la medida en que hagamos nuestra la misión de Jesús, y nos identifiquemos con su compromiso esto generará oposición, al menos, e incluso persecución de parte de quienes no comparten ni simpatizan con esa misión de Jesús. El compromiso del Maestro es el de una vida de servicio e identificación con los pobres, los excluidos, los descartables. Es un compromiso que llama a las iglesias cristianas a una vida de mayor sencillez y desapego, de renuncia al poder —político, económico y religioso—, y a una mayor distancia de los poderes financieros, dominadores del mundo, y de la violencia que generan sobre los más débiles, al producir mayor pobreza y desigualdad.
- Un caso que ilustra la oposición y persecución que se genera por parte de esos poderes de este mundo hacia los que abrazan con sinceridad la misión comprometida de Jesús, podemos verlo en las críticas que golpean hoy en día al papa Francisco, incluso desde dentro de sectores eclesiásticos con demasiado apego a prioridades muy distantes de los valores que proclama el Papa. El pasado 13 del presente mes de junio, Francisco dirigió un mensaje a toda la Iglesia preparándonos para realizar la Jornada mundial de los pobres. El Mensaje es un buen reflejo de lo que Francisco asume como prioridades para la Iglesia, conforme a su lectura del Evangelio. Y nos permite entender fácilmente el por qué de los ataques que recibe desde dentro de sectores clericales de la Iglesia. Con esta Jornada el Papa, nos lo dice con claridad, intenta, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionemos contra la cultura del descarte y del derroche, y hagamos nuestra una cultura del encuentro.
- Al mismo tiempo, el Papa invita a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Francisco nos recuerda que “Dios creó el cielo y la tierra para todos; y que son los seres humanos, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna”. Es comprensible que, con este mensaje de Francisco que, en definitiva llama a construir un ser humano nuevo y una sociedad nueva distinta de la que han construido los intereses de acumulación del dinero, se provoquen críticas y oposición a la línea de Francisco, que no es otra que la del evangelio de Jesús. Lo mismo nos pasará a nosotros si tenemos el valor y la audacia para hacer nuestra esa línea de Francisco y del evangelio. Las persecuciones y conflictos se desprenden de este tipo de opción y no de una mera adscripción formal a la Iglesia Católica, ni de una comprensión “aguada” de lo que significa ser cristiano, reduciéndolo a prácticas rituales, piadosas o, incluso, de un énfasis meramente moralista, que no añade nada específico al mensaje de Jesús.
- Para nosotros, entonces, si tomamos la decisión de asumir, de hacer nuestra la misión de Jesús, como forma de vivir el cristianismo, sí cabe la posibilidad de toparnos con posiciones contradictorias que nos generen conflictos, críticas y persecuciones de algún nivel. En ese caso, nos deberán resonar las palabras de Jesús en el texto de hoy de Mateo: “no les tengamos miedo a quienes por esto nos persigan”. El ejemplo del papa Francisco nos da ánimo. Mons. Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador y recién nombrado Cardenal, nos dice del papa Francisco: “aunque sufra una "crítica feroz" por algunas de sus decisiones "totalmente revolucionarias", ha puesto "sus pasos en las huellas del Señor", y toma los reproches que le llegan "con un grandísimo sentido del humor”. Es una forma simpática de expresar la fuerza que da el seguimiento de Jesús, hasta el punto de relativizar las dificultades que se encuentran en el camino.Ω
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