Lecturas: He 10, 34. 37-43; Col 3, 1-4; Jn 20, 1-9 Estamos a unas horas de concluir, un año más, la celebración del “triduo Pascual”. Hemos meditado de nuevo, después de la entrada de Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos, los acontecimientos centrales del Jueves y Viernes Santo. Es importante que nos autorevisemos para verificar si hemos profundizado en la comprensión del significado del mensaje que encierran estos días. O, si en alguna medida, nos hemos estancado en repetición de interpretaciones que no por tradicionales son más exactas. Quizás sí más rutinarias. Me parece oportuno mencionar algunos aspectos centrales que, ojalá, hayamos asimilado mejor. En primer lugar, la “Pasión de Jesús”. Aunque se tienda a reducir su significado asociándolo a “padecimiento” o “sufrimiento”, hay que recordar que la palabra “pasión” ante todo en nuestro lenguaje ordinario, se refiere a una actitud de entusiasmo, dedicación y compromiso por algo que, justamente, le “apasiona”, captura todos
Jorge, tu comentario es muy didáctico; el modo en que has ejemplificado con la experiencia de tu accidente cerebro vascular es muy esclarecedor; es sumamente significativo por deducirse de una experiencia vital tan sensible.
ResponderBorrarEso que dice Edwin de que debemos llevar algo adentro que nos haga explotar de amor hacia los demás me resulta clave y de lo más misterioso; ¿de dónde y por qué nos ha de venir ese motor generador de amor? (podemos generar también tantos otros sentimientos y motivaciones no precisamente amorosos); la “doctrina” nos da un poco de luz cuando nos dice que somos creados a imagen y semejanza de Dios (que es amor); la oración también me resulta un camino para conectarnos con Aquel que es la fuente de todo bien al igual que las lecturas que nos hablan de cómo es ese Amor, de cuál es su pedagogía; y en la medida en que podamos ir desarrollando nuestro sentido contemplativo, todo nos hablará de ese Bien que debemos iluminar a los demás.
Pero como dice Jorge, no se trata de que asumamos un comportamiento protagónico (qué alivio); sino de ser facilitadores de luz, iluminadores … nada fácil tampoco.
Jorge, también me alegro mucho de tu capacidad de lucha, de que estés firme en esta búsqueda y propuesta de cómo es que podemos ser “luz del mundo”.
Un abrazo,
Cris.
Pd: Los santaluceños preguntan por vos y oramos por tu salud.