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Domingo de Pentecostés: LA VIDA EN EL ESPÍRITU

Lect.: ; 1Cor 12, 3-7. 12-13 ; Hech 2, 1-11; Jn 14: 15 - 16;


  1. Hay algo que conviene aclarar de entrada sobre esta “fiesta de pentecostés”. A veces los cristianos y cristianas hablamos de ella como la "fiesta del Espíritu Santo". Un poco en la misma línea de como hablamos de la fiesta de tal o cual santo o santa. En esa línea hemos llegado a hablar incluso de la Navidad. (Por una actitud piadosa y sentimental algunas personas han llegado incluso a hablar de la "fiesta del cumpleaños de Jesús”). En realidad no se trata de ese tipo de fiestas. Tanto cuando hablamos de la Navidad, o cuando hablamos de la resurrección, o de Pentecostés no estamos hablando de "fiestas en honor de", sino de momentos celebrativos de la experiencia de Dios en nosotros. Son momentos en que cobramos conciencia de lo que ha significado para nosotros la experiencia de la Pascua, de la Resurrección de Jesús, como forma de revelarnos lo que llamamos la "vida nueva", la "nueva creación" que se da en cada uno de nosotros. Por eso, esta fiesta de pentecostés podemos pensarla como la expresión última de lo que en definitiva significa "haber resucitado con Cristo".
  2. Expresamos nuestra fe, nuestra total confianza en que el Espíritu de Dios nos ha sido dado a todos y a cada uno. Es esta vida en el Espíritu lo que constituye nuestra identidad más profunda, identidad compartida con todos, que nos establece en una comunión más honda que cualquiera otra que podamos imaginar. Esta es la fiesta de Pentecostés, la celebración de esa presencia del Espíritu de Dios, del mismo Espíritu que animó a Jesús, en cada uno de nosotros.
  3. La manera como los evangelios hablan de este don gratuito del Espíritu que nos has sido dado la humanidad,  es variada. Solo Lucas habla de una reunión especial el día de Pentecostés. Juan habla de que Jesús les sopló el Espíritu cuando estaban encerrados por miedo a los judíos. Y Mateo dice que es en el momento de su muerte cuando Jesús entrega su Espíritu. Debemos superar la lectura literalista de los evangelios y buscar siempre el sentido profundo de lo que estamos leyendo.  En el caso de la “entrega” del Espíritu Santo a cada uno de nosotros, los evangelistas usan formas diversas de expresar que con su vida, muerte y resurrección Jesús nos revela que compartimos su identidad, que es la identidad profunda con el Padre.
  4. 4. Cuando caemos en la cuenta del sentido de lo que se nos está hablando, podemos entender varias cosas fundamentales de la vida humana. Entre ellas, una que se ha tornado en muy importante por la distorsión de la que ha sido objeto. Me refiero a la palabra “espiritualidad” y a la expresión “vida espiritual”. Es frecuente que con esos términos algunas personas e  incluso grupos religiosos  se confundan  y los apliquen a prácticas y experiencias esotéricas. Otras, a creencias del tipo de “nueva era”. Otras, más bien, las utilizan para oponerlas a “prácticas religiosas”, meramente devocionales o ritualistas.   Sin embargo, en la línea mencionada de los evangelios, “vida espiritual” y “espiritualidad” no se refieren más que a vivir toda la vida humana en el Espíritu. Es decir, a alcanzar ese nivel más profundo, esa dimensión última de la vida humana que ordena, por decirlo así, todas las demás dimensiones y les da sentido, les da una base firme para desarrollarse de manera armónica.
  5. Ha sido desafortunado que en lenguaje popular y no tan popular, “espíritu” se haya asociado a "fantasma" o "muerto". Recordemos, más bien que esta palabra de las lenguas modernas, traduce lo que en hebreo significa "soplo, respiración, brisa”; y, dato interesante, en hebreo es una palabra femenina porque es una forma de expresar al mismo tiempo, ternura, vitalidad y caricia.
  6. Probablemente, por mucha teología que hagamos, nunca lograremos explicar de manera adecuada en qué consiste esa presencia del Espíritu de Dios en nosotros. Es parecido a cuando tratamos de explicar otras realidades de la Vida: la belleza, la poesía, ... Lo que importa es que toda nuestra vida exprese esa presencia interior. Y que caigamos en la cuenta de que vivir de esa manera es vivir nuestro ser mas autentico, lo que de verdad somos y nos hace mas realmente humanos.Ω


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