2º domingo del tiempo ordinario
CRISTO DA COMIENZO A SUS SIGNOS
Is 62, 1-5; Sal 96; Cor 12,4-11; Jn 2, 1-11
Nota previa: Para este Ciclo, vamos a intentar un estilo distinto de presentar nuestras reflexiones. Vamos a ligarnos al desarrollo del Evangelio de Lucas, que es el que corresponde al presente Ciclo. Pero en domingos como este de hoy, en el que no hay asignado un texto de Lucas, aprovechamos para ofrecer una reflexión que sirva de introducción al libro de este evangelista.
PRESENTACIÓN DEL EVANGELIO DE LUCAS
- Cuando hace unas décadas la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II estableció que, para la celebración eucarística dominical, se distribuiría la lectura de los evangelios sinópticos en tres ciclos, se dijo que era una mejor forma de cubrir todos los contenidos de la historia de la salvación y que en un período determinado, un trienio, los participantes tendrían la oportunidad de leer todas las partes más importantes del mensaje evangélico según Marcos, Mateo y Lucas (dejando a Juan para repetirlo todos los años, en períodos especialmente solemnes, como la Semana Santa). Lo que no se dijo, y quizás resultó un objetivo no intencional pero muy valioso, fue que esta distribución permite que las comunidades reunidas en las celebraciones dominicales, descubran la diversidad de captación y de énfasis de la Buena Nueva o Evangelio, que se produce en cada autor, conforme a su perspectiva e intereses. Y estas perspectivas e intereses, a su vez, reflejan el origen, la formación, las experiencias, el perfil cultural de cada uno de los evangelistas y de los destinatarios a quienes se dirigían. Este descubrimiento, si lo llegamos a realizar, no es poca cosa. En primer lugar, porque nos hace ver que, aunque se trate de “palabra del Señor”, como repetimos al terminar, cada vez que escuchamos el pasaje evangélico correspondiente, no deja de ser expresada en lenguaje humano, aunque de otro tiempo y cultura, que debemos esforzarnos por comprender.
- Pero, en segundo lugar, al descubrir esta diversidad con que fueron escritos los evangelios “oficiales”, nos abre puertas y ventanas para que valoremos las diversas lecturas que podemos y debemos hacer nosotros mismos, en nuestras comunidades en diálogo con los evangelistas, pero desde nuestras propias perspectivas, experiencias e intereses. Si logramos hacer este tipo de acercamiento a la Buena Nueva, que en el fondo replica el que hicieron las comunidades de Marcos, Mateo y Lucas, haremos uno de los más importantes descubrimientos que podemos hacer para nuestra vida espiritual: que los Evangelios no son “paquetes doctrinales”, para aprender y repetir discursivamente, sino que son narraciones de itinerarios, de recorridos de fe, del propio autor, y de las personas de las cuales el evangelista narra sus acciones y sus discursos. Esos recorridos de fe, nos los presentan como invitaciones a que cada uno de nosotros desde nuestras propias circunstancias actuales busquemos diseñar nuestro propio camino para entender, poner en práctica y compartir la Buena Nueva.
- Este año, en el ciclo C, el evangelista con quien nos toca establecer diálogo es Lucas. Él mismo tuvo un rico recorrido de descubrimiento de fe, aunque se trata de un cristiano de “tercera generación”, que no conoció ni a Jesús ni a testigos oculares, ni a muchos personajes de los que él mismo escribe. Probablemente ni siquiera conoció Palestina y su vida se desarrolla en ambiente helenista y grecorromano. Escribe, entonces, a cristianos ya catequizados, simbolizados en “Teófilo”, para que tengan más confianza en el mensaje que ya habían recibido y descubran su coherencia con su propia vida. En próximos domingos procuraremos en cada pasaje de Lucas ir estableciendo contacto entre sus experiencias y sus cuestionamientos de fe, con los nuestros hoy día, aprendiendo de su experiencia de camino.Ω
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