Lect.: Ez 37, 12-14;
Lectura directa y completa de los textos, en http://textosparalaliturgia.blogspot.com/2017/03/leccionario-i-domingo-v-de-cuaresma.html
1. Al sentarnos a meditar las lecturas litúrgicas de este domingo, las cifras mundiales de afectados por el Coronavirus o Covid-19 sobrepasa las 600.000 personas, y los fallecidos por esta enfermedad suman más de 32.000. El médico asesor de la Casa Blanca, Dr. Faucy, teme que la pandemia esté creciendo exponencialmente en Estados Unidos y pueda llegar a producir entre 100 mil y 200 mil muertes en ese país. Ante estas dramáticas noticias, posiblemente las reacciones de los cristianos sean variadas. Habrá quienes, como Marta en el pasaje del evangelio de hoy, eleven su oración en plan de queja a Jesús, “si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano”. Otros, más bien, se preguntarán ¿por qué no se repite el milagro de la resurrección de Lázaro? Una vez más, resulta providencial leer este texto del evangelio de hoy con este impactante trasfondo y preguntarse si podemos encontrar en él algún mensaje de esperanza.
2. Si hay algo que caracteriza al evangelio de Juan, es su insistencia constante en que la vida nueva para hombres y mujeres, la nueva creación, la salvación del pecado y las tinieblas, es algo que se da aquí y ahora, y que esto fue lo que proclamó Jesús. Por eso, por ejemplo, le dice a Nicodemo que si el Padre envió a su Hijo es para que tengamos la vida eterna, o vida del Eterno; y este don sucede para todos los que creen en él. Se lo repetirá a la multitud que lo sigue, “ Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.” 5:24. y refiriéndose a la aceptación de sus palabras, dice “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna,( 6: 54.) Y a Marta, cuando ésta le dice que “Sé que resucitará en la resurrección del último día» Jesús la corrige entonces diciendo, «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.” Y esto se lo dice a punto de abrir el sepulcro de alguien que huele mal, por llevar ya cuatro días enterrado. Entonces, ¿de qué vida y que muerte está hablando Jesús y que quiere enseñar Juan con el relato de la resurrección de Lázaro”. Recojo a continuación varios puntos claves que nos dan los estudiosos de este texto.
3. Primero, el relato está incluido en la sección del evangelio de Juan llamada “el libro de los signos” donde claramente se está hablando de siete hechos aparentemente milagrosos, que al presentarlos como “signos”, sin duda que no deben leerse ni interpretarse literalmente, como si fueran narración histórica sino, más bien, como relatos elaborados para apuntar a una realidad significada que va más allá. ¿Cuál será esa enseñanza profunda? Acerquémonos por medio de algunos de los principales símbolos utilizados. Los tres hermanos representan la nueva comunidad y Jesús está totalmente integrado en ésta por el espíritu de su amor en cada uno. En Lázaro está representado cada uno de los discípulos que reciben la Buena Nueva. El don que se le otorga no es la prolongación de la vida física sino la “Vida definitiva” o Vida del Eterno durante esta vida y más allá de ella. El personaje de Lázaro, creación literaria del autor del Cuarto Evangelio, Juan lo usa como un signo aplicable a aquellos que descubren a Dios en Jesús, que responden a esta experiencia y que pasan a tener una conciencia nueva, una perspectiva de la existencia humana distinta de la habitual gracias a que Jesús se las hace accesible. Está claro que Lázaro es un símbolo y no una persona. Representa las vidas de cada uno de nosotros, cuando el significado de Jesús, el Hijo del Hombre, desborda los límites de la mentalidad religiosa tradicional, y se abre a una nueva perspectiva de la existencia humana, en las que vida y muerte forman parte de una única realidad, la de la vida definitiva, la vida del Eterno en quien somos, nos movemos y existimos. En la primera lectura de hoy, Ezequiel, de manera maravillosa, expresa la promesa de Dios de sacar a su pueblo de sus sepulcros, queriendo significar con esta expresión la liberación de Israel de su destierro babilónico. De manera parecida, el evangelista Juan en la figura de Lázaro nos saca del sepulcro, queriendo decir, que nos libera de una manera limitada y miope de entender y vivir lo que es la vida en profundidad.
4. “La muerte como final de la vida es el punto máximo de la debilidad humana, que incluye todas las demás debilidades y humillaciones. El miedo a la muerte como desaparición definitiva hace al ser humano impotente para resistir a la opresión, y funda el poder de los opresores. Liberándonos de este miedo radical, Jesús nos hace radicalmente libres” (Cfr. Nota). Y radicalmente capaces de entregarnos codo a codo con los demás en la construcción de una sociedad nueva. Sólo la certeza de poseernos plenamente más allá de la muerte biológica y estar inmersos en la vida definitiva libera en nosotros una capacidad de entrega generosa y total. Para cerrar con la referencia a la pandemia que nos está golpeando, esta certeza deberá liberar nuestras mejores capacidades de solidaridad y fraternidad para inspirar las decisiones personales y colectivas de corto y mediano plazo en el enfrentamiento al coronavirus.Ω
Nota: Referencias entrecomilladas citan a Barreto y Mateos, “El evangelio de Juan, análisis lingüístico y exegético.
Otras referencias implícitas sobre el personaje de Lázaro como creación literaria de Juan, en J. S. Spong, LÁZARO, ¿RESUCITÓ REALMENTE?
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