Domingo de Pentecostés ,12 de junio de 2011,.
Lect.: Génesis 11, 1-9 ; Hech Romanos 8,22-27 Jn 20, 19-23;
1. Hay algo que conviene aclarar de entrada sobre esta fiesta de pentecostés. A veces hablamos de ella como la "fiesta del Espíritu Santo". Un poco en la misma línea de como hablamos de la fiesta de tal o cual santo o santa. En esa línea hemos llegado a hablar incluso de la Navidad. Por una actitud piadosa y sentimental algunas personas han llegado a hablar de la "fiesta del cumpleaños de Jesús". En realidad no se trata de ese tipo de fiestas. Tanto cuando hablamos de la Navidad, o cuando hablamos de la resurrección, o de Pentecostés no estamos hablando de "fiestas en honor de", sino de momentos celebrativos de la experiencia de Dios en nosotros. Son momentos en que cobramos conciencia de lo que ha significado para nosotros la experiencia de la Pascua, de la Resurrección de Jesús, como forma de revelarnos lo que llamamos la "vida nueva", la "nueva creación" que se da en cada uno de nosotros. Por eso, esta fiesta de pentecostés podemos pensarla como la expresión última de lo que en definitiva significa "haber resucitado con Cristo". Expresamos nuestra fe, nuestra total confianza en que el Espíritu de Dios nos ha sido dado a todos y a cada uno. Es esta vida en el Espíritu lo que constituye nuestra identidad mas profunda, identidad compartida con todos, que nos establece en una comunión mas profunda que cualquiera otra que podamos imaginar. Esta es la fiesta de Pentecostés, la celebración de esa presencia del Espíritu de Dios, Del Espíritu de Jesus en cada uno de nosotros.
2. La manera como los evangelios hablan de este don gratuito del Espíritu a nosotros es variada. Solo Lucas habla de una reunión especial el día de Pentecostés. Juan habla de que Jesús les sopló el Espíritu cuando estaban encerrados por miedo a los judíos. Y Mateo dice que es en el momento de su muerte cuando Jesús entrega su Espíritu. es decir, son formas diversas de expresar que con su muerte y resurrección Jesús nos revela que compartimos su identidad, que es la identidad profunda con el Padre.
3. Otro detalle ilustrativo de estos y otros pasajes bíblicos es el nombre de Espíritu dado a esa presencia de Dios en nosotros. No quiere decir "fantasma" o "muerto", como se entiende a veces en lenguaje popular. En hebreo significa "soplo, respiración, brisa" y, dato interesante, en hebreo es una palabra femenina porque es una forma de expresar al mismo tiempo, ternura, vitalidad y caricia.
4. Probablemente, por mucha teología que hagamos, nunca lograremos explicar de manera adecuada en qué consiste esa presencia del Espíritu de Dios en nosotros. Es parecido a cuando tratamos de explicar otras realidades de la Vida: la belleza, la poesía, ... Lo que importa es que toda nuestra vida exprese esa presencia interior. Y que caigamos en la cuenta de que vivir de esa manera es vivir nuestro ser mas autentico, lo que de verdad somos y nos hace mas realmente humanos.Ω
Lect.: Génesis 11, 1-9 ; Hech Romanos 8,22-27 Jn 20, 19-23;
1. Hay algo que conviene aclarar de entrada sobre esta fiesta de pentecostés. A veces hablamos de ella como la "fiesta del Espíritu Santo". Un poco en la misma línea de como hablamos de la fiesta de tal o cual santo o santa. En esa línea hemos llegado a hablar incluso de la Navidad. Por una actitud piadosa y sentimental algunas personas han llegado a hablar de la "fiesta del cumpleaños de Jesús". En realidad no se trata de ese tipo de fiestas. Tanto cuando hablamos de la Navidad, o cuando hablamos de la resurrección, o de Pentecostés no estamos hablando de "fiestas en honor de", sino de momentos celebrativos de la experiencia de Dios en nosotros. Son momentos en que cobramos conciencia de lo que ha significado para nosotros la experiencia de la Pascua, de la Resurrección de Jesús, como forma de revelarnos lo que llamamos la "vida nueva", la "nueva creación" que se da en cada uno de nosotros. Por eso, esta fiesta de pentecostés podemos pensarla como la expresión última de lo que en definitiva significa "haber resucitado con Cristo". Expresamos nuestra fe, nuestra total confianza en que el Espíritu de Dios nos ha sido dado a todos y a cada uno. Es esta vida en el Espíritu lo que constituye nuestra identidad mas profunda, identidad compartida con todos, que nos establece en una comunión mas profunda que cualquiera otra que podamos imaginar. Esta es la fiesta de Pentecostés, la celebración de esa presencia del Espíritu de Dios, Del Espíritu de Jesus en cada uno de nosotros.
2. La manera como los evangelios hablan de este don gratuito del Espíritu a nosotros es variada. Solo Lucas habla de una reunión especial el día de Pentecostés. Juan habla de que Jesús les sopló el Espíritu cuando estaban encerrados por miedo a los judíos. Y Mateo dice que es en el momento de su muerte cuando Jesús entrega su Espíritu. es decir, son formas diversas de expresar que con su muerte y resurrección Jesús nos revela que compartimos su identidad, que es la identidad profunda con el Padre.
3. Otro detalle ilustrativo de estos y otros pasajes bíblicos es el nombre de Espíritu dado a esa presencia de Dios en nosotros. No quiere decir "fantasma" o "muerto", como se entiende a veces en lenguaje popular. En hebreo significa "soplo, respiración, brisa" y, dato interesante, en hebreo es una palabra femenina porque es una forma de expresar al mismo tiempo, ternura, vitalidad y caricia.
4. Probablemente, por mucha teología que hagamos, nunca lograremos explicar de manera adecuada en qué consiste esa presencia del Espíritu de Dios en nosotros. Es parecido a cuando tratamos de explicar otras realidades de la Vida: la belleza, la poesía, ... Lo que importa es que toda nuestra vida exprese esa presencia interior. Y que caigamos en la cuenta de que vivir de esa manera es vivir nuestro ser mas autentico, lo que de verdad somos y nos hace mas realmente humanos.Ω
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