Fiesta de la Epifanía, domingo 2 de enero de 2011
Lect.: Is 60: 1 – 6; Ef 3: 2 – 3 a. 5 – 6; Mt 2: 1 – 12
1. Como de costumbre, dos pequeñas aclaraciones catequéticas previas. Este texto maravilloso que llamamos la “adoración de los magos” es, como el resto de los evangelios de infancia, de carácter simbólico para expresar lo que las primeras comunidades vivían respecto a la persona de Jesús de Nazaret. Para decir la importancia que él tenía para ellos, Mt utiliza figuras simbólicas, que en la antigüedad se utilizaban para resaltar el extraordinario significado de un personaje político o religioso. Así, por ejemplo, la imagen de la estrella, que expresa también la idea de iluminación, o la de sabios de Oriente, que subraya el valor universal del mensaje de Jesús. Por supuesto, por diversas razones lamentablemente, el texto ha sido leído con frecuencia como un cuento de hadas y adornado con adiciones de la leyenda popular, dándole vida a los personajes, llamándoles “reyes”, inventando su número, y desconociendo el sentido de la palabra “mago” que, en el contexto de la época quería decir, astrólogos, sabios estudiosos de los acontecimientos. Otro detalle que importa saber, es que para las comunidades cristianas de los primeros siglos, la fiesta de la Navidad no se celebraba el 25 de diciembre, sino el 6 de enero, poniendo en una sola las celebraciones del nacimiento (todavía hoy en la Iglesia Oriental), de los sabios de oriente, del bautismo de Jesús y la de las bodas de Caná, como distintas formas de subrayar la idea de manifestación (epifanía) de Dios en Jesús, y de nuestra propia iluminación.
2. Esta es la idea central de esta fiesta: la importancia que tiene para nuestra vida la búsqueda de la verdad, no entendida en este caso como estudio de las verdades científicas,ni de expresiones doctrinales, sino como un proceso de iluminación personal experimentada de lo que significa la plenitud de vida humana, ser plenamente hombres y mujeres en relación unos con otros y con el resto de la naturaleza de la que formamos parte. Es una invitación a superar formas superficiales de vivir, a no perder toda la riqueza de nuestra potencialidad como imágenes de Dios, reduciéndonos como sucede a menudo, a meros consumidores o productores obsesionados con satisfacer necesidades que otros nos han creado, y que en la lucha por lograrlo nos dividen y nos enfrentan. Este relato navideño de Mt, al utilizar tanto símbolo puede que nos confunda si no estamos advertidos. Pero tiene la ventaja de hacernos ver que la luz que nos ilumina procede no de grandes estudios o doctrinas, sino de la forma de vida de un aparentemente frágil ser humano, frágil en su nacimiento, como cualquiera de nosotros. Desde estas primeras páginas del evangelio, se nos enfatiza entonces que la iluminación para aprender a ser plenamente humanos se realiza para nosotros al asumir las mismas dimensiones de vida reveladas en el modo de vida de Jesús. No se nos da de manera automática ni mágica, como hemos dicho en domingos anteriores. Nos exige, como a los sabios de Oriente, un continuo esfuerzo por escudriñar, por asimilar, por descubrir en qué consiste la experiencia vital de ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Nada ni nadie nos va a dispensar de este trabajarnos espiritualmente de continuo, para ir creciendo en esa experiencia y transformación personal.
3. Y, para terminar, recordemos que al hacer ver Mt que esta búsqueda es universal, nos invita a ser profundamente respetuosos con el camino que cada cual sigue, en nuestras familias, en los grupos sociales, en las diversas tradiciones religiosas, para crecer en este proceso de iluminación.Ω
Lect.: Is 60: 1 – 6; Ef 3: 2 – 3 a. 5 – 6; Mt 2: 1 – 12
1. Como de costumbre, dos pequeñas aclaraciones catequéticas previas. Este texto maravilloso que llamamos la “adoración de los magos” es, como el resto de los evangelios de infancia, de carácter simbólico para expresar lo que las primeras comunidades vivían respecto a la persona de Jesús de Nazaret. Para decir la importancia que él tenía para ellos, Mt utiliza figuras simbólicas, que en la antigüedad se utilizaban para resaltar el extraordinario significado de un personaje político o religioso. Así, por ejemplo, la imagen de la estrella, que expresa también la idea de iluminación, o la de sabios de Oriente, que subraya el valor universal del mensaje de Jesús. Por supuesto, por diversas razones lamentablemente, el texto ha sido leído con frecuencia como un cuento de hadas y adornado con adiciones de la leyenda popular, dándole vida a los personajes, llamándoles “reyes”, inventando su número, y desconociendo el sentido de la palabra “mago” que, en el contexto de la época quería decir, astrólogos, sabios estudiosos de los acontecimientos. Otro detalle que importa saber, es que para las comunidades cristianas de los primeros siglos, la fiesta de la Navidad no se celebraba el 25 de diciembre, sino el 6 de enero, poniendo en una sola las celebraciones del nacimiento (todavía hoy en la Iglesia Oriental), de los sabios de oriente, del bautismo de Jesús y la de las bodas de Caná, como distintas formas de subrayar la idea de manifestación (epifanía) de Dios en Jesús, y de nuestra propia iluminación.
2. Esta es la idea central de esta fiesta: la importancia que tiene para nuestra vida la búsqueda de la verdad, no entendida en este caso como estudio de las verdades científicas,ni de expresiones doctrinales, sino como un proceso de iluminación personal experimentada de lo que significa la plenitud de vida humana, ser plenamente hombres y mujeres en relación unos con otros y con el resto de la naturaleza de la que formamos parte. Es una invitación a superar formas superficiales de vivir, a no perder toda la riqueza de nuestra potencialidad como imágenes de Dios, reduciéndonos como sucede a menudo, a meros consumidores o productores obsesionados con satisfacer necesidades que otros nos han creado, y que en la lucha por lograrlo nos dividen y nos enfrentan. Este relato navideño de Mt, al utilizar tanto símbolo puede que nos confunda si no estamos advertidos. Pero tiene la ventaja de hacernos ver que la luz que nos ilumina procede no de grandes estudios o doctrinas, sino de la forma de vida de un aparentemente frágil ser humano, frágil en su nacimiento, como cualquiera de nosotros. Desde estas primeras páginas del evangelio, se nos enfatiza entonces que la iluminación para aprender a ser plenamente humanos se realiza para nosotros al asumir las mismas dimensiones de vida reveladas en el modo de vida de Jesús. No se nos da de manera automática ni mágica, como hemos dicho en domingos anteriores. Nos exige, como a los sabios de Oriente, un continuo esfuerzo por escudriñar, por asimilar, por descubrir en qué consiste la experiencia vital de ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Nada ni nadie nos va a dispensar de este trabajarnos espiritualmente de continuo, para ir creciendo en esa experiencia y transformación personal.
3. Y, para terminar, recordemos que al hacer ver Mt que esta búsqueda es universal, nos invita a ser profundamente respetuosos con el camino que cada cual sigue, en nuestras familias, en los grupos sociales, en las diversas tradiciones religiosas, para crecer en este proceso de iluminación.Ω
Interesante lo que propone la predicación, pero pensando en la fórmula religiosa de "tener resuelto" el asunto mediante el cumplimiento de las normas ya dadas o bien del no-creyente que se quedó en probarse que dios no existe... Resultan, ambas, posturas relativamente cómodas que poco o nada promueven la búsqueda incesante de esa iluminación. Nada ni nadie nos dispensa de esta búsqueda, es cierto, pero a veces parece que cualquier atajo es bueno. Un gran reto tener y mantener esta actitud de búsqueda, que sin duda requiere de gran humildad, pero además del deseo intenso de llegar a ser plenamente... sinceramente eso puede sonar tan agotador y complicado que las sillas a la orilla del camino siguen pareciendo un buen lugar para "descansar", aunque finalmente acaban siendo eternas zonas de "confort espiritual"... se dice fácil, pero cuanto más intenta caminar uno, más se da cuenta de lo fácil que es conformarse y pasar a ser parte de de los satisfechos, de los que ya no tienen nada que preguntar... y finalmente nada que decir.
ResponderBorrarMuy interesante Jorge que se amplié y explique sobre el contexto simbólico del evangelio porque siempre tiende a verse como un libro de historia cuando en realidad desea transmitir el sentir más profundo, como dices, de las experiencias de las primeras comunidades Cristianas.
ResponderBorrarEsa búsqueda de la verdad, ese nacer continuamente, ese proceso interminable que no acaba ni con la muerte. Me impactó mucho de la película Violines en Cielo que vi por cable un día de estos, la escena cuando van los salmones remontando la corriente de un río y el Joven violonchelista los está viendo. Este muchacho le comenta al señor que trabaja en el crematorio que va pasando por ahí, que qué caso tenía tanto esfuerzo que hacían los peces para terminar muriendo. Y este otro le contesta que más bien parecen ansiosos por regresar al lugar de donde provienen.
Pues ese es el caso, la eterna búsqueda de la esencia, de la verdad, del origen, del regreso a la caña de donde fue cortado el ney.