Lecturas: Eclo 3, 19-21. 30-31; Heb 12, 18-19.22-24; Lc 14, 1. 7-14
En el pasaje evangélico Jesús dice esta parábola al observar cómo los convidados a un banquete escogen los primeros puestos. Y la advertencia es categórica, "no te sientes en el lugar principal". La enseñanza de la historieta es clara y directa: "el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido". Recojo las ideas principales de tres teólogos comentaristas de este pasaje:
1º José Luis Sicre: "hace veinte siglos, conseguir uno de los primeros puestos era importante, no sólo por el prestigio social, sino también porque se comía mejor. … Ya no se trata de la actitud que debemos adoptar cuando nos inviten a una boda, sino de una actitud continua en la vida y ante Dios."
Que se trata de una actitud que se pide en todos los aspectos de la vida, lo deja claro la 1ª lectura, del Eclesiástico: "Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te amarán más que al hombre dadivoso. Hazte más pequeño cuanto más grande seas y hallarás gracia ante el Señor, porque sólo El es poderoso y sólo los humildes le dan gloria. No hay remedio para el hombre orgulloso, porque ya está arraigado en la maldad."
2º Martínez Lozano: "La búsqueda de los primeros puestos se enraíza en la primera necesidad psicológica: sentirse reconocido. Que lleva asociadas otras como la de «ser visto», “ser único” o “ser especial”. Sabemos que todo niño reclama respuesta a la misma. Y cuando tal respuesta no se da de manera adecuada, se produce una herida de inseguridad afectiva. Por lo que, teniendo en cuenta todo ello, parece obvio que la búsqueda de los “primeros puestos”, de entrada, es síntoma de inseguridad tal vez no reconocida por la propia persona"--
3º J. A. Pagola se fija en la segunda parte del pasaje: Jesús vivió un estilo de vida diferente. "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás pagado... Cuando des un banquete, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos»
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