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2o domingo de Adviento

2o domingo de Adviento, 6 dic. 09
Lect.: Bar 5: 1 – 9; Flp 1: 4-6. 8 – 11; Lc 3: 1 – 6


1. ¿Por qué empieza Lc este capítulo hablándonos de ese emperador, esos virreyes y esos sumos sacerdotes? ¿Nos dice algo a nosotros? ¿No les parece raro? ¿Qué es lo importante de este párrafo? Sencillamente que Lc está ubicando en un momento concreto de la historia el mensaje religioso que va a transmitir. Es una manera de decir: Dios habla el lenguaje de una época, para la gente y los problemas de un momento determinado. Por eso repetir de manera fundamentalista un texto bíblico, sin ningún esfuerzo por reinterpretarlo en nuestro tiempo, es la mejor manera de mutilarlo, de perder su sentido para nosotros. No se rían, pero si Lc hubiera escrito hoy, hubiera empezado este capítulo más o menos así: en el año 2 del presidente más poderoso de la tierra, B. Obama, siendo presidente de CR en su último año O. Arias, a casi 200 días del golpe de estado en Honduras, y siendo Sumo Pontífice José Ratzinger, con el nombre de Benedicto XVI, fue dirigida la palabra de Dios a su pueblo… Si nos choca meter en el evangelio estos nombres y sucesos políticos, preguntémonos por qué no nos chocan en este adviento los nombres de Tiberio, Poncio Pilato, Herodes, etc. Quizás nos demos cuenta de que hemos hecho del evangelio no un mensaje vivo y actual, sino un objeto de museo.
2. Hace 8 días sugeríamos que la comunidad de Lc hablaba del fin del mundo con un lenguaje apocalíptico de la época, al haber tenido que pasar por la destrucción de Jerusalén el año 70, por el ejército romano. Pero que hoy, la vida en el planeta está amenazada por otros poderes de ambición, codicia y egoísmo estúpido, que causan la crisis financiera y económica, la crisis alimentaria, la crisis energética y el cambio climático. Esas son las verdaderas e inminentes amenazas que pesan sobre nosotros y nuestro planeta. Y ponerse a pensar en una destrucción cósmica, por un choque con un meteorito o a resultas de tormentas solares es una forma de escapismo ilusorio de la vida real, y una distorsión de la fe de Jesús en un Dios amoroso y providente.
3. El texto de Lc hoy nos plantea además entre otros, dos temas que exigen también ser ubicados en nuestro contexto actual. El primero dice que ante los peligros que amenazan al pueblo la palabra de Dios fue dirigida a Juan en el desierto. En la tradición bíblica el “desierto” es el símbolo de preparación personal y comunitaria, de despojo de todo lo que estorba, para el encuentro con Dios. En nuestro caso es prácticamente imposible experimentar la presencia de Dios, si estamos embotados, atontados, por un estilo de vida impulsado por prácticas mercantiles que solo se obsesiona con tener más, aunque eso no nos haga ser más profundamente humanos. Ir al desierto significa liberarse de todos esos estorbos. De lo contrario escuchar aquí cada domingo la palabra, no pasa de ser una simple y superficial rutina y nunca nos permitirá experimentar a Dios.
4. Pero para despojarse de ese estilo de vida que emborracha y ciega, se necesita, según el evangelio, pasar por un “bautismo de conversión”. Este es el 2º tema. Recordemos que “conversión” significa, en el NT, un cambio radical de mentalidad. Hoy diríamos, de prioridades, de visión de las cosas, de saber poner en su lugar cada cosa, para cambiar no solo individualmente, sino para ayudar a cambiar la sociedad en que vivimos. “Bautizarse” es entonces otro símbolo de la disposición, la docilidad y el aprendizaje para dar ese paso radical de cambio.
5. Solo así se cumplirá esa frase final en la que Lc cita a Isaías: “todos verán la salvación de Dios”. La presencia salvadora de Dios generará y se nos hará transparente en ese nuevo estilo de vida, ese nuevo modo de construir las relaciones humanas y con la naturaleza, en nuestras prácticas solidarias, de autodonación, de justicia. De lo contrario, lo que llamamos nuestra fe en Dios no pasará de ser una ideología, una doctrina, o una cómoda superstición.Ω

Comentarios

  1. Jorge Arturo, muy acertada tu reflexión para ver si algunos nos pellizcamos y nos despertamos del letargo de una religión mal entendida. Gracias por la sacudida.

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  2. Anabelle, me agrada que coincidás con la reflexión. A veces pienso que es difícil que la mayoría de la gente capte matices del evangelio, si no han sido formados para una lectura histórica del mismo. Por otra parte, para escribir y predicar este domingo renuncié a las dudas acerca de cómo recibiría la gente de las bancas esta crítica al estilo de sociedad que sobrevivimos. ¿Será muy abstracto para ellos?

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