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Mostrando las entradas de marzo, 2011

3er domingo de Cuaresma

3er domingo de Cuaresma, 27 de marzo de 2011 Lect.: Éxodo 17: 3 – 7; Rom 5: 1 – 2. 5 – 8; Juan 4, 5-42 1. A veces nos sorprendemos al releer los evangelios con un espíritu y unos oídos abiertos dispuestos a escuchar en serio. ¿Cómo es posible que después de 21 siglos de predicación de la Buena Noticia seamos capaces de construir prácticas religiosas tan distantes, e incluso a veces contradictorias de ese Evangelio? Por ejemplo, hoy, con este rico relato teológico del encuentro con la Samaritana Juan quiere, entre otras cosas, dejar claro en qué consiste para la predicación de Jesús eso que las religiones tradicionalmente llaman “culto a Dios”. Al tiempo que aclara esto, plantea lo que es para el evangelio la “presencia de Dios. Aunque es el conjunto de símbolos usados en el relato el que aclara este doble mensaje, lo resume en unas pocas frases contundentes: “se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque

2º domingo de Cuaresma

2º domingo de Cuaresma, 20 de marzo de 2011 Lect.: Gén 12: 1 – 4 a; Salmo 32; 2 Tim 1: 8b-10; Mt 17: 1 - 9 1. Quizás solo quien haya sido emigrante obligado —como muchos de nuestros hermanos nicaragüenses— podrá hablar de lo duro que es ese proceso por el que pasó Abraham, de salir de la tierra propia y de la casa y ambiente familiares, del que nos habla la primera lectura. Más allá de la separación de los seres y del país queridos, está luego el adaptarse a una nueva cultura, nuevas costumbres, nuevas formas de ver las cosas y hasta nueva forma de hablar, —aunque se comparta el mismo idioma. Evidentemente este mandato de Dios a Abraham, no se aplica en nuestro caso solamente a esa experiencia de la migración. En sentido más profundo nos está diciendo que una fe auténtica nos pide “emigrar” de formas tradicionales, rutinarias, quizás ya “tiesas”, acartonadas, esclerotizadas de practicar la religión. Por supuesto esto conlleva también, como en la otra migración, sacrificios, choques cu

1er domingo de cuaresma

1er domingo de cuaresma, 13 de marzo de 2011 Lect. Gén 2,7-9; 3,1-7, Salmo 50, Rom5,12-19, Mt 4,1-11 1. Cuando éramos pequeños, —al menos en aquellos viejos tiempos— se nos solía preguntar QUÉ queríamos ser cuando fuéramos grandes. De niños podíamos responder cualquier cosa —bombero, piloto, astronauta…—, y de adolescentes alguna profesión u oficio reconocido socialmente —ingeniero, abogada, enfermera, médico, músico, ebanista …— . Lo que no se nos preguntaba, era POR QUÉ y PARA QUÉ queríamos ser eso. Tal vez porque esas preguntas resultaban muy complicadas para un niño, o porque los adultos de entonces —y quizás también muchos de los de ahora— tampoco se formulaban esos interrogantes. Y, sin embargo, están ligados a las decisiones más importantes de nuestra vida. Que un niño o niña quisiera ser, por ejemplo, profesional del campo de la salud es importante. Pero todavía lo es más saber POR QUÉ Y PARA QUÉ quiere serlo. ¿Porque se siente con cualidades para ese trabajo y hacerlo lo ha

9º domingo tiempo ordinario

(ES LA HOMILÍA DEL DOMINGO PASADO, CON UN POCO DE RETRASO, DADO EL NUEVO INICIDENTE DE SALUD QUE TUVE EL FIN DE SEMANA RECIENTE). 9º domingo tiempo ordinario, 6 de marzo de 2011 Lect. Deut 11,18.26-28.32, Salmo: 30: Rom 3,21-25a.28, Mateo 7,21-27 1. Aunque a milenios de distancia uno puede intentar imaginar aquel auditorio que rodeaba a Jesús cuando termina el sermón del Monte. Estarían atrapados por la fascinación, la esperanza, algunos quizás por la incredulidad o el escepticismo. Todas aquellas enseñanzas, aquellas promesas de bienaventuranza, aquella cercanía del Reino de Dios que se respiraba, los hacían apegarse a aquel mensaje, a aquellas palabras tan hermosas que, como se lo decía de la Ley el Deuteronomio, quisieran llevarlas pegadas en su frente y en sus muñecas sin alejarse jamás de ellas. Pero al concluir el sermón, Jesús los sacude de sus asientos: ¡Atención! no hay que encantarse con palabras, ni con doctrinas, ni con textos para llevar encima como reliquias. De lo que se