fiesta de Pentecostés Lect.: Hechos 2,1-11; I Corintios 12,3b-7.12-13; Juan 20,19-23 Cuando decimos que estamos vivos, ¿qué queremos decir? Parece una pregunta con respuesta muy obvia, pero si nos paramos a pensar un momento estamos hablando de que la vida es una realidad que tiene diversos niveles, incluso si pensamos solamente en la vida humana. Por ejemplo, cuando en el vientre de una madre está un óvulo fecundado, este está vivo, sin duda, pero no es una vida personal, como la que puede tener un niño y, no digamos ya, un hombre o una mujer adulta (no es un “ homunculus", como pensaban en el siglo XVII). En otro nivel, cuando alguien sufre un accidente serio y queda en estado de coma, —como oímos que sucede o quizás hemos conocido casos—, ese paciente puede quedar en un estado vegetativo. Está vivo, pero solo a nivel de funciones muy elementales del cuerpo humano y depende, muchas veces, de una permanente asistencia médica para sobrevivir. Más allá de esto, en los que
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.