6º domingo t.o, 13 de febrero de 2011
Lect.: Ecles 15: 16 – 21; 1 Cor 2: 6 – 10; Mt 5: 17 – 37
1. (De nuevo, unas reflexiones muy breves, mientras continúo mi período de convalecencia.). Hace unas semanas recordábamos, una vez más, que Jesús no es un maestro teórico, doctrinal, ni siquiera un moralista. Menos aún un legislador.Es un hombre del Espíritu. Creo que con esa clave en mente hay que leer los textos de estos domingos, que prolongan en el cap. 5 de Mt, el sermón del monte —o del llano, según Lc. No viene a sustituir una ley por otra, ni a agregar nuevas reglas u obligaciones. En la traducción del texto de hoy dice que viene “a dar plenitud”. De lo que podemos pensar es de la plenitud de vida humana. Y estas son palabras mayores que habrá que ir desgranando poco a poco. Por lo pronto no puede reducirse el significado de esta afirmación a la tradicional interpretación que se hace de estos pasajes, entendiendo que se trata tan solo de una superación del cumplimiento externo de las leyes, el material, y pasando a un cumplimiento que salga del corazón. No es que eso sea falso, o que no esté contenido en el evangelio. Lo que pasa es que se queda corto, porque el gran tema de Jesús, repitámoslo, no se da en el campo de lo legal, de lo jurídico, de los mandamientos. Se da en el campo de la vida, de la plenitud de vida.
2. No es fácil hacer el cambio de onda, porque nos las tenemos que ver con muchos siglos de enseñanzas tradicionales que, o bien ponían su énfasis en todo un sistema de mandamientos y reglas, o en una serie e dogmas que era obligatorio aceptar. (Todavía pudeo recordar las clases de religión recibidos en secundaria y las listas de pecados que superaban incluso la imaginación de un simple adolescente). Pero el cambio de onda debe ser nuestra meta. Es lo que dice Pablo en la segunda lectura: cuando habla de una “sabiduría” distinta de la de este mundo. Es elocuente que diga “de los príncipes de este mundo”, porque le hace a una pensar que el conocimiento, la ciencia, e incluso lo que se presenta como “verdades reveladas” es un tipo de conocimiento que va ligado al poder, al dominio, a formas de colocarse por encima de los demás, de controlar sus vidas- El contraste que establece Pablo es con otro tipo de conocimiento, de sabiduría, que se hace manifiesta en esa vida de entrega de Jesús que culmina en la cruz. Versus el conocimiento como dominio, está el conocimiento que se traduce en una vida de servicio y compasión. Pegando con la reflexión del domingo pasado, pareciera que ese tipo de conocimiento es el único que puede, en la visión del evangelio, ser luz para uno y para los demás.
Lect.: Ecles 15: 16 – 21; 1 Cor 2: 6 – 10; Mt 5: 17 – 37
1. (De nuevo, unas reflexiones muy breves, mientras continúo mi período de convalecencia.). Hace unas semanas recordábamos, una vez más, que Jesús no es un maestro teórico, doctrinal, ni siquiera un moralista. Menos aún un legislador.Es un hombre del Espíritu. Creo que con esa clave en mente hay que leer los textos de estos domingos, que prolongan en el cap. 5 de Mt, el sermón del monte —o del llano, según Lc. No viene a sustituir una ley por otra, ni a agregar nuevas reglas u obligaciones. En la traducción del texto de hoy dice que viene “a dar plenitud”. De lo que podemos pensar es de la plenitud de vida humana. Y estas son palabras mayores que habrá que ir desgranando poco a poco. Por lo pronto no puede reducirse el significado de esta afirmación a la tradicional interpretación que se hace de estos pasajes, entendiendo que se trata tan solo de una superación del cumplimiento externo de las leyes, el material, y pasando a un cumplimiento que salga del corazón. No es que eso sea falso, o que no esté contenido en el evangelio. Lo que pasa es que se queda corto, porque el gran tema de Jesús, repitámoslo, no se da en el campo de lo legal, de lo jurídico, de los mandamientos. Se da en el campo de la vida, de la plenitud de vida.
2. No es fácil hacer el cambio de onda, porque nos las tenemos que ver con muchos siglos de enseñanzas tradicionales que, o bien ponían su énfasis en todo un sistema de mandamientos y reglas, o en una serie e dogmas que era obligatorio aceptar. (Todavía pudeo recordar las clases de religión recibidos en secundaria y las listas de pecados que superaban incluso la imaginación de un simple adolescente). Pero el cambio de onda debe ser nuestra meta. Es lo que dice Pablo en la segunda lectura: cuando habla de una “sabiduría” distinta de la de este mundo. Es elocuente que diga “de los príncipes de este mundo”, porque le hace a una pensar que el conocimiento, la ciencia, e incluso lo que se presenta como “verdades reveladas” es un tipo de conocimiento que va ligado al poder, al dominio, a formas de colocarse por encima de los demás, de controlar sus vidas- El contraste que establece Pablo es con otro tipo de conocimiento, de sabiduría, que se hace manifiesta en esa vida de entrega de Jesús que culmina en la cruz. Versus el conocimiento como dominio, está el conocimiento que se traduce en una vida de servicio y compasión. Pegando con la reflexión del domingo pasado, pareciera que ese tipo de conocimiento es el único que puede, en la visión del evangelio, ser luz para uno y para los demás.
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