Lect.: Ezeq 33,7-9; Rom 13,8-10; Mt 18,15-20 Muchos de nosotros, la mayoría de cristianos de ni generación y quizás muchos de Uds. crecimos pensando en que ser buenos cristianos dependía de cumplir una serie de mandamientos, de reglas y de aprender a cumplir instrucciones y doctrinas al pie de la letra, en la vida moral y en la vida litúrgica. Por eso, cuando ya crecidos, pasamos a leer los evangelios a fondo nos hemos desconcertado. Porque nos damos cuenta de que no se pueden leer los evangelios buscando reglamentos, ni artículos del Derecho Canónico, ni podemos manejarlos como si fueran un libro de recetas o un manual de buenos modales o de comportamiento correcto . El texto de hoy de Mt nos da un buen ejemplo de cómo no leer el evangelio . A primera vista se nos están dando unas reglas muy precisas para cumplir (“Si un hermano te ofende…”). Pero, en realidad, lo entenderíamos muy mal si lo viéramos como si se tratara de una guía de procedimientos para seguir cada vez que
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.