Lect. Zac 12:10-11; 13:1; Gál 3:26-29; Lc 9:18-24 Uno puede preguntarse por qué Jesús ordena enérgicamente a los discípulos que no anden diciendo que el es el Mesías. Cierto que circulaban muchos rumores sobre su identidad y Herodes mismo empezaba a preguntar quién era ese hombre. De ahí la conversación de Jesús con sus discípulos y la pregunta directa que les hace sobre lo que pensaban de él, cómo lo veían. Entonces, ¿por qué, cuando le responden a lo que pregunta les prohíbe decirlo por ahí. Quizás es porque lo que ellos no parecen entender es que llamarlo “Mesías”, en aquel contexto, se prestaba a confusión , ya que el mesías era el líder religioso y político que esperaba el pueblo judío para que les liberase de la opresión romana. Peligroso si llegaba a oídos de Herodes o de los romanos. Pero quizás haya otra razón para que les prohíba que se refieran a él como Mesías. Tal vez no le satisfizo mucho oír cómo lo estaban percibiando. Sabemos que cuando Jesús hablaba de sí mismo
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.