Lect.: Sabiduría 18:6-9; Hebreos 11:1-2,
8-19; Lucas 12:32-48
- La voz del papa Francisco nos sacudía el domingo pasado, a jóvenes y a adultos, al denunciar la sutil parálisis del sofá y nos invitaba a cambiar la sociedad en que vivimos, para que no esté configurada por el modelo del "hombre viejo", por el comportamiento del rico codicioso. Pero resulta que si seguimos leyendo el capítulo 12 de san Lucas nos topamos con frases o máximas que nos sorprenden. “No se inquieten por la vida, pensando qué van a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir. los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas. El Padre sabe que ustedes las necesitan. Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura”.
- ¡Caramba! ¿No es esto una contradicción con lo anterior? ¿No es más bien una invitación a volver al sofá, sin preocuparnos por trabajar por el sustento?¿a extender simplemente la mano para recibir porque el Padre sabe que ustedes las necesitan? ¿No contradice esto la invitación a construir una Costa Rica más justa, ya que, de todas formas "diosito vela por todos nosotros"?
- Estas aparentes contradicciones nos hacen ver, una vez más, la importancia de saber leer e interpretar correctamente la Escritura. Este capítulo no nos da una mala interpretación, escapista, de la providencia divina; no nos empuja a ser conformistas ni atenidos. El evangelista es plenamente consciente de la importancia de las necesidades humanas básicas, y de la urgencia de un nuevo modo de vivir y relacionarnos. Metas por las que hay que esforzarse e incluso luchar.
- ¿De qué nos habla entonces? Nos plantea un tema de prioridades a la hora de enfrentar las necesidades y los problemas de cada día. La primera prioridad evangélica es colocar nuestro corazón en lo que más vale en la vida, en lo que más nos humaniza, eso que Jesús llama “Reino del Padre” y, desde ahí, no huir sino enfrentar los retos de la vida cotidiana. Si nos equivocamos y colocamos nuestro corazón en la meta de tener más y más, en acumular para el beneficio individualista, en consumir a lo loco, nunca estaremos saciados; viviremos agobiados, como dice Lucas, obsesionados por poseer y por proteger lo que poseemos. Pero, para el Evangelio, poner el corazón en el reino del Padre, es tener siempre la mira de vivir cada momento, cada necesidad, cada actividad, como un momento de encuentro con Dios, buscando siempre que todo contribuya a hacernos más felices en el sentido profundo, haciendo felices a los demás. De esa manera, con esa actitud de corazón, viviremos con serenidad cada una de nuestras actividades cotidianas, "superando la ansiedad enfermiza que nos vuelve superficiales, agresivos y desenfrenados. Y permitiéndonos entregarnos a cada momento como don divino que debe ser plenamente vivido", como dice también el papa Francisco.Ω
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