Ir al contenido principal

Domingo infraoctavo de Navidad

Domingo infraoctavo de Navidad - Sagrada Familia, 27 de diciembre de 2009
Lect.: 1 Sam 1: 20 – 22. 24 – 28; Col 3: 12 – 21; Lc 2: 41 – 52.

1. Al repasar un año más los evangelios de la infancia de Jesús nos puede sorprender lo poco que sabemos de su familia. Al hablar de ésta pensamos de inmediato en la imagen del portal: José, María y el niño, y los imaginamos luego en los años posteriores en una casita humilde, con la carpintería dentro, en una vida tranquila y ejemplar, viviendo los tres juntitos sin mayores complicaciones. Sin embargo la cosa debió de ser muy distinta, según lo sabemos por estudios históricos de la época y la región. En un pueblo como Nazaret, lo que se consideraba familia entonces era una familia ampliada. Es decir, la familia no se reducía al pequeño hogar formado por los padres y sus hijos, sino que se extendía a todo el clan familiar, bajo una autoridad patriarcal integrando a todos los que se hallaban vinculados en algún grado por parentesco de sangre o por matrimonio. Dentro de esta «familia extensa» se establecían estrechos lazos de carácter social y religioso, se ayudaban mutuamente en las faenas del campo, sobre todo en los tiempos de cosecha y de vendimia o en la pesca; compartían los instrumentos de trabajo, defendían el honor de todo el grupo y negociaban los nuevos matrimonios asegurando los bienes de la familia y su reputación. Con frecuencia, las aldeas se iban formando a partir de estos grupos familiares unidos por parentesco. Aunque los evangelios de la infancia no describan esta realidad, porque la dan por supuesta y porque no es su interés principal, podemos pensar con bastante certeza que Jesús creció en el seno de esa gran familia ampliada, con sus pros y sus contras. Un tipo de familia que no tiene nada que ver con el que vivimos hoy, al menos en las ciudades.
2. Lo que llamamos familia, como hecho biológico y social muy importante para la vida humana, ha evolucionado muchísimo a lo largo de los siglos. Aparte de esa familia ampliada de la época de Jesús, encontramos otras varias formas según las diferentes épocas y culturas. Algunas matriarcales, otras patriarcales. Algunas ligadas por el trabajo común, otras por los intereses políticos y económicos (por ej. Prácticas matrimoniales de reyes y nobles de edad media y moderna). Uno cree que la familia siempre ha sido igual y no es así. Conforme ha ido variando el tipo de sociedad, —agraria, industrial, urbana, rural—, se han ido modificando los modelos de familia. En todas sus diversas formas, a través de las diversas épocas, sin embargo, podríamos decir que hay algo importante que permanece. La familia es el espacio natural para que cada uno forje las bases de sus identidad personal en un ámbito de relaciones estrechas donde puede aprender a ser uno mismo de manera solidaria y justa, libre y responsable. Sin ese espacio familiar, los riesgos de nacer y crecer solo, en la calle, en la sociedad, son enormes.
3. Nos ha tocado vivir en una época de cambios radicales y acelerados. Las condiciones sociales, culturales, económicas hoy ni siquiera tienen casi ver con las de los que nos criamos hace más de 50 años. Dar a luz una familia que cumpla con su aporte fundamental en estos comienzos del siglo XXI es un reto enorme. A nadie se le ocurriría tratar de copiar el estilo de familia de la época de Jesús, ni el de la edad media, ni el de la revolución industrial, ni el modelo rural de muchos de nuestros abuelos. Y, sin embargo, creo, muchas de las crisis de nuestras familias provienen de querer imponer en la convivencia con nuestros hijos modelos de familia que ya no son válidos. O, al otro extremo, porque renunciamos a crear la familia, en formas nuevas, como ese espacio para que padres e hijos forjemos nuestra identidad en relaciones sociales saludables. Repito, no es tarea fácil crear ese nuevo modelo de familia, —más difícil aún cuando se trata de familias con solo la madre al frente—, pero es uno de los aportes más fundamentales que estamos llamados a cumplir hoy.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...