La piedad y devoción del pueblo cristiano le ha dado a esta celebración del Jueves Santo interpretaciones que se han arraigado mucho en la mentalidad popular. Hay que reconocer que toparse con una personalidad como la de Jesús de Nazaret produce un impacto difícil de procesar. Por eso se comprende que una vez que el cristiano o cristiana promedio aprendió ciertas maneras de entender los eventos principales de la vida de Jesús renuncia, por una cierta comodidad, a seguir profundizando en el sentido que tienen. Esto pasa, en particular, con la comprensión del Jueves Santo. Una gran mayoría de personas ven en esta fecha el momento de institución de la eucaristía, del ministerio sacerdotal y del mandamiento del amor. Yo diría que lo que se ha asimilado son verdades teológicas asociadas al recuerdo de la Última Cena. Pero, queda pendiente el significado profundo que solo puede captarse mirando las conexiones "hacia atrás con la vida pública de Jesús y hacia adelante con la muerte y la vida postpascual de la cristiandad" (Borg y Crossan). Estos autores nos ayudan a descubrir cuatro de sus valiosos significados de los cuales solo voy a mencionar uno: la Cena última como continuación de la práctica de comidas de Jesús. Compartir la mesa había sido siempre una de las características de la vida pública de Jesús. "A menudo enseñaba durante las comidas; los banquetes son temas de sus parábolas, y su práctica de comer con pecadores, con indeseables, era objeto de crítica por parte de los adversarios. Era una práctica cargada de significados, sobre todo el de la inclusión en una sociedad con diferencias muy marcadas, tenía un significado tanto religioso como sociopolítico, porque se realizaba en nombre del reino de Dios, afirmando la necesidad de una sociedad muy distinta de la que existía. Pero, además, no eran comidas rituales sino ciertamente momentos dedicados a la alimentación. El pan era real y compartirlo simbolizaba el compromiso de trabajar por el logro de una sociedad justa donde todas y todos tuvieran suficiente alimento para cada día. "La última Cena continúa y culmina en el énfasis de Jesús en las comidas y el alimento como realización de la justicia de Dios." Para todo el pueblo cristiano hasta el día de hoy, participar en la Cena del Señor es reafirmar la apropiación de un mandato de una justicia divina en un mundo que no nos pertenece". Todos los demás aspectos desarrollados por la teología y la piedad cristianas en torno a la eucaristía, deben subordinarse y servir a ese aspecto central. "La Última Cena se relaciona con el pan para el mundo, la justicia de Dios contra la injusticia humana, una Nueva Pascua desde el cautiverio a la liberación, y participación en el pasaje que conduce a través de la muerte a una nueva vida." (Borg y Crossan).
Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera, que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones. En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la experien...
Comentarios
Publicar un comentario