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3er domingo de adviento: Somos seguidores de Jesús, un profeta de esperanza y alegría y no de condenas y amenazas.

Lect.:  Is 35, 1-6a. 10 ;Sant 5, 7-10 ; Mt 11, 2-11

  1. Llevamos un par de semanas tratando de aclararnos si la vida cristiana se construye sobre la base del temor y  de las amenazas o sobre la esperanza y la alegría. La experiencia histórica nos atestigua que, tanto entre católicos, como en protestantes y en modernos neopentecostales, encontramos esas dos líneas de prácticas y doctrinas. Hay quienes, por temperamento, por tradición familiar o educación, tienden a una visión rigorista de lo religioso, apegada a leyes y doctrinas como referentes prioritarios. Otros, más bien, también quizás por el beneficio de experiencias e influencias muy benefactoras, nos hemos sentido tocados por la maravilla de la Buena Noticia, y progresivamente hemos ido tratando de formarnos por sentimientos, por apasionamiento  a partir de la persona de ese Jesús hecho todo para todos. 
  2. En este tercer domingo de Adviento lo que se narra de Jesús y de Juan el Bautista nos hace ver cómo este dilema, estas dos líneas, dos énfasis diversos al recibir el Evangelio venía muy de atrás, desde el Antiguo Testamento, y de diversas lecturas posibles de los textos sagrados, en especial de los profetas. De ahí las dudas del Bautista sobre la identidad de Jesús, que vive lo religioso de manera muy diversa a como Juan lo vivía. Por eso le envía a algunos discípulos a preguntarle si él era el que había de venir o si hay que esperar a otro.
  3. Juan está desconcertado, él había anunciado a Jesús como Mesías, pero en su línea esperaba un Mesías fuerte, dispuesto a cortar todo árbol que no dé buen fruto, a separar el trigo de la paja y a quemar la paja en un fuego que no se extingue. Y es verdad que esta era una posible interpretación entre otras que se desprenden de la Sagrada Escritura, de lo que debía ser el Mesías. Contra su expectativa llegan hasta sus oídos en la cárcel, los rumores de que Jesús ni hace ni predica nada de eso a lo que él, Juan, había consagrado toda su actividad Tampoco lleva Jesús su género de vida ascético ni induce a sus discípulos a vivir como los suyos  priorizando el ayuno y la oración. Confundido, Juan quiere aclararse. Entonces Jesús le manda respuesta hasta la cárcel, pero no con argumentos doctrinales,  sino con narración de hechos: los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los pobres reciben la Buena Noticia. Y Jesús pide que le narren esos hechos al Bautista confirmando con referencias proféticas que ese tipo de acciones es lo que atestigua la autenticidad del Mesías. Cierto, entre las diversas interpretaciones que se daban de lo habría de ser el Mesías, Jesús había optado por la interpretación profética positiva, constructiva, esperanzadora del mesianismo.
  4. Hay que recordar, —para ubicar el significado de esta diferencia de posiciones,— que cuando Mateo escribe su evangelio, aún están atravesando los judíos por la tremenda crisis que les causó la invasión romana y la destrucción de la ciudad y, sobre todo, del Templo de Jerusalén en el año 70. A Mateo se le plantea entonces la retadora tarea de cómo presentar el movimiento mesiánico de Jesús de Nazaret en medio de esa gran crisis. Podía haber pensado como oportuno el apelar a la tragedia que vivía el pueblo para presentarlo como un castigo de Dios por los pecados de todos, y hablar de un evangelio que alertaba a cambiar de vida para evitar nuevos castigos. Sin embargo, no es ese el evangelio que escribe Mateo. Ya vemos cómo enfatiza más bien el carácter constructivo y esperanzador de la Buena Noticia de Jesús, el anuncio de un Reino para todos los que sufren, de un Jesús que lo describe con maravillosas historietas, las parábolas, y no proclama la venganza ni la ambición por el poder, sino la bienaventuranza de los pobres, los justos, los mansos, los constructores de la paz. 
  5. ¿Y qué nos enseña esta visión mateana del evangelio para nosotros veintiún siglos después? Muchas situaciones difíciles por las que atravesamos tientan a algunos a seguir, más bien el ejemplo violento e inclaudicable del Bautista. A algunos puede estar seduciendo esa figura del profeta rudo. Hay algo parecido al  reto que enfrentó Mateo para conducir a sus comunidades en medio de la crisis de Jerusalén. Claro que no podemos pretender que hoy día, a nivel de Costa Rica estemos viviendo una crisis semejante a la que vivió Mateo cuando escribió su evangelio. Ni siquiera tenemos la magnitud de problemas como los que sufren hoy países hermanos como Chile o Bolivia.  Pero sí estamos viviendo retos difíciles. No todo es color de rosa. Hay grandes grupos de población que padecen serias injusticias, y hay que buscar salida a legítimos reclamos de respeto a los derechos humanos de mujeres violentadas y humilladas; de los sexualmente diversos, hasta ahora ignorados en sus reivindicaciones y de los oprimidos injustamente por el poder económico y condenados a una pobreza endémica y a una desigualdad insutante. Y vemos que, de nuevo, los cristianos, incluso los católicos no tenemos una sola posición al respecto. Como Juan el Bautista, hay quienes piensan que los problemas  se solucionan “con el hacha y el fuego”, con el castigo, con la excomunión a quienes piensen distinto (algunos católicos estos días han pedido a los Obispos que excomulgue al  Presidente de la República Carlos Alvarado). Entre estos católicos hay movimientos que alimentan sentimientos negativos, discriminatorios y destructivos acusando de perversidad y de estar contra la vida a quienes no defendemos sus posiciones y su manera de interpretar estos problemas. Incluso hay entre esos cristianos quienes soñaron y siguen soñando con la toma del poder político para llegar a imponer un tipo de sociedad  según sus creencias intolerantes. Pero a pesar de su lenguaje y apariencia, de sus argumentos doctrinales y  su afán de defender teóricamente principios a favor de la vida, con sus actitudes se muestran lejanos de la sensibilidad de Jesús de Nazaret.
  6. Para nosotros, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sigue estando vigente la respuesta de Jesús al Bautista. Si queremos reconocer dónde está el camino y la acción del Mesías, no se nos pide que nos fijemos en doctrinas o planteamientos ideológicos; o por una defensa  de principios abstracta del sufrimiento real de la gente, de las  mujeres, de todos los excluidos. El evangelio de Mateo nos invita a que busquemos, como guía, para seguir a Jesús los espacios y grupos dónde se intenta con las acciones y los hechos de apoyar a las vulnerables, a las pobres y las enfermas. Donde, en definitiva, se trata de promover la paz y el amor, de desarrollar la sensibilidad humana conforme al espíritu de las Bienaventuranzas y no el fanatismo ignorante ni la búsqueda del triunfalismo religioso.Ω 



Nota: sobre la discusión en torno a la discusión de la “Norma Técnica” y la interrupción del embarazo para salvar la vida de la madre, recomiendo leer las dos reflexiones del Padre Sejo Díaz Canterio, cuyo enlace comparto.

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