Ir al contenido principal

26º domingo t.o.enviado a anunciar la buena noticia a los pobres

Lect.:    ;1 Tim 6, 11-16   ; Lc 16, 19-31
Los textos pueden leerse directamente en http://textosparalaliturgia.blogspot.com/2016/09/leccionario-i-domingo-xxvi-del-tiempo.html


  1. El texto evangélico de Lucas que leemos hoy plantea un doble tema y siento que a mí, personalmente, me interroga. El primer tema es muy definido y contundente: la enseñanza de Lucas, claramente fundada en la vida y predicación de Jesús,  sobre la moderación e incluso la radicalidad con que debemos gestionar nuestros bienes materiales si queremos ser discípulos de Cristo. 
  2. No se trata de una condena dualista de los bienes de este mundo, ni mucho menos. Es decir, de que ni siquiera se insinúe que los fines material es contradigan los espirituales. Pero se trata eso sí, de tener claridad de que el uso de todos los bienes materiales tienen una finalidad social. Esta es la visión bíblica que es también la de Jesús: el planeta entero fue creado para la comunión y el bienestar, de toda la humanidad y de la propia naturaleza de la que forma parte
  3. Las implicaciones de esta enseñanza atraviesan abundantemente todo el evangelio de Lucas y su otro libro, los Hechos de los apóstoles, para llamar la atención sobre cómo las diferencias entre ricos y pobres causan mucha preocupación a las primeras comunidades porque chocan con el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios, como ideal y aspiración al que debe dirigirse toda sociedad humana. Esas diferencias, esas brechas, sobre todo, son, por eso, un obstáculo al logro de la paz y la convivencia verdaderas. Si recorremos tanto el Evangelio de Lucas como el libro de los Hechos, veremos expresada esa preocupación y su convicción de que constituye un elemento esencial en la práctica cristiana. A veces su lenguaje es radical, «Es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios» (Lc 18,25; cf. Mc 10,25).  O cuando en diálogo con un dirigente que estaba satisfecho con sus buenas acciones, le dice, “«Aún te queda una cosa: vende todo lo que tienes y repárteselo a los pobres» (Lc 18,22). 
  4. Otras veces no deja duda sobre la escala de valores que debe tener el cristiano, como en el comentario de Jesús sobre el donativo de una viuda pobre  más valioso que lo que todos los demás dieron, incluyendo los ricos (Lc 21,1-4).  Son muchos los pasajes de los que podemos asimilar lo importante de este contenido de la práctica cristiana y uno puede estar advertido desde el comienzo del libro con lo que nos vamos a encontrar a lo largo de sus páginas al escuchar el cántico de María, el Magnificat, donde ensalza la grandeza y el poder de Dios, entre otras cosas, porque «a los hambrientos les colmó de bienes y a los ricos les despidió vacíos» (Lc 1,53). Junto a este, un texto que marca al programa de vida de Jesús es el que recoge sus palabras en la sinagoga de Nazaret donde hace suyas las del profeta Isaías 61:1, “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido; me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres» (Lc 4,18).  En el libro de los Hechos, la imagen de la primera comunidad judeocristiana de Jerusalén, aunque se trate más de una idealización, que de una realidad, es elocuente como reflejo de la aspiración que tenían del tipo de relaciones humanas.
  5. Pero la parábola de hoy, además de reiterar esta enseñanza que, por lo demás, Uds. ya conocen, apunta a otro hecho que desde la perspectiva del evangelio nos debe interpelar seriamente. Cuando, en la historieta narrada, el rico después de muerto, se preocupa por la suerte de sus hermanos aún vivos, le pide a Abrahán que les envíe al propio Lázaro —por quien nunca se preocupó en vida—como mensajero para aclararles que el estilo de vida de riqueza, placeres, lujo y despilfarro no conduce a nada bueno. Ante la insistencia de la petición del rico Abrahán le responde que ya tienen a Moisés y a los profetas para entender el sentido de la vida y luego añade, si no escuchan a Moisés y a los profetas tampoco escucharán aunque un muerto resucite. No perdamos de vista que se trata de una historieta imaginaria para decir, con otro lenguaje —marcado, por supuesto con las creencias de la época—, que desde la perspectiva cristiana el sentido de la vida humana se alcanza cuando todo lo que somos y tenemos lo encaminamos a construir el “reinado de Dios”, en las relaciones humanas. Es decir, cuando éstas se van configurando en la solidaridad y el servicio mutuo.
  6. Para mí, y espero que para Uds. también, no cabe duda que las prácticas y estructuras de injusticia que causan pobreza y desigualdad  hoy día son motivo de preocupación grave, son dramáticamente hirientes, son potencialmente suicidas.  Pero esto creo que ya lo hemos oído y predicado desde las iglesias cristianas innumerables veces. Por eso, a lo que apunta la segunda parte de la parábola es lo que a mí realmente me desconcierta y preocupa más si nos referimos a nuestra realidad actual. Por qué no parece que los y las cristianas de hoy, en nuestro país entre otros, nos demos cuenta —o no queremos darnos cuenta— de la gravedad de la situación, y de lo prioritaria que resulta su solución para hacer realidad el mensaje de Cristo. ¿Por qué esta actitud a pesar de lo mucho que se ha analizado y se habla de ello? ¿Por qué cuando surgen profetas que nos muestran que la economía tal como funciona no es acorde con los valores cristianos y que está acabando con el planeta y con grandes grupos de población, por qué ignoramos a esos mensajeros, o los eliminamos? ¿Por qué asesinaron a Monseñor Romero? ¿por qué grupos de católicos y obispos tratan de silenciar al Papa Francisco en su mensaje solidario con los “descartables” (no solo los pobres económios) del sistema? ¿Por qué en redes sociales se intenta bajarle el piso y desacreditar a esa niña de apenas 16 años, Greta Thunberg, defensora del medio ambiente?  ¿Por qué, en fin, nos resulta tan molesto el mensaje de Jesús de Nazaret sobre la finalidad social que tienen los bienes materiales? ¿Por qué no nos comprometemos más, Uds. y yo, para que estas cosas cambien? En próximos domingos trataré de ayudar en la búsqueda de respuestas pero, mientras tanto, más que en otras ocasiones, agradeceré que me compartan también sus reflexiones sobre estos interrogantes.Ω

Comentarios

  1. victor7:24 p.m.

    es difícil darle uso adecuado a los bienes que Dios me ha permitido obtener.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...