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14º domingo t.o.: una forma humana y respetuosa de transmitir el mensaje evangélico

Lect.Isaías 66:10-14; Gálatas 6:14-18; Lucas 10:1-12, 17-20


1.  Hay que reconocer, como lo hemos dicho en domingos anteriores y repetíamos hace una semana, que nos toca vivir en una sociedad y un momento histórico de cambios muy radicales que afectan la vida, el modo de pensar y de relacionarse de todos o, al menos, afectan mása grupos muy consolidados en un pensamiento conservador de manera que rápidamente lanzan su voz de alarma pensando que Costa Rica está en peligro en la medida en que creen que los principios éticos y religiosos están siendo amenazados. Y, decíamos, el cambio siempre, sobre todo, el cambio profundo, genera temor. Pasa incluso al interior de las familias. Sabemos, posiblemente que, incluso, puede afectar a los papás y mamás que se sienten fracasan al querer transmitir valores cristianos a sus hijos y entonces lo intentan solo por la vía de la autoridad. No es extraño, así, que socialmente aparezcan algunas formas de entender lo religioso con posiciones muy temerosas de que esos cambios afecten a las iglesias, a la fe, y a la moral tradicionalmente enseñada. Y añadíamos el domingo pasado, que no es extraño, tampoco, que esos temores, ese miedo, generen inseguridad personal y a algunos los empuje a defenderse con violencia verbal, e incluso física. Por este tipo de reacciones pueden comprenderse, en parte, las protestas contra el Ministerio de Educación Pública que se extendieron por el país la semana pasada llegando hasta el punto de lograr la renuncia del Ministro.
2.  Pero la resistencia al cambio y el apego a formas de vida pasadas, no solo no guarda fidelidad al Maestro de Galilea, sino que crea problemas de convivencia y de mayor incomprensión religiosa.  En esta situación, quienes queremos ser cristianos, seguidores de Jesús, es normal que nos preguntemos  en circunstancias tan nuevas, ¿cómo transmitir los valores cristianos en que creemos?
3.  Lucas hoy, con el envío de los 72 discípulos a evangelizar, reafirma las indicaciones de Jesús cuando envió a los Doce apóstoles (Lc 9: 1 - 6). En los dos momentos nos da una serie de recomendaciones que han quedado como modelo de la predicación evangélica. O mejor dicho, modelo para quienes quieran anunciar el mensaje. Podemos resaltar varios de sus rasgos, que pueden resultar llamativos  para algunos. No se trata de una típica actividad de proselitismo que busca fortalecer una institución religiosa o imponer una doctrina. Es, más bien, el anuncio de una forma de vida que trae paz y alegría porque ya ha llegado una salvación espiritual y física a las personas. Se preocupa, precisamente, de manera prioritaria, por la vida de la gente, de las personas, a las cuales quiere hacerles ver que esa salvación, del Reino de Dios ya ha llegado, está cerca de cada uno, a su disposición. La fuerza del anuncio, lo que ha de atraer a quienes oigan a los evangelistas es el propio testimonio de vida de quienes hacen el anuncio de la Buena Nueva: desapegados de bienes materiales superfluos, mostrando la convicción de que el Reino de Dios ya está cerca a disposición de todos, y mostrándose como gente de paz. Una vez más queda reafirmada la libertad de aceptar o no la Buena Noticia. Se incluye, además una recomendación  muy importante. Jesús pide a sus discípulos evangelizadores que, antes de dar ningún anuncio, se interesen por conocer a la gente, por entender sus problemas. Es por eso que les impulsa a aceptar visitarles en sus casas y establecer relaciones con ellos. No cabe duda de que la comunicación respetuosa siempre es condición necesaria que permite que los demás nos escuchen. Aunque, igualmente hay que reconocer que suele ser muy difícil y la experiencia histórica nos muestra innumerables casos en que se ha anunciado a Cristo como respuesta, sin haber empezado por oír cuáles son las preguntas, urgencias  y necesidades que tiene la gente. O peor aún, cuando se ha presentado el anuncio como una imposición desde fuera.
4.  Todas las instrucciones expuestas por Lucas, es probable que reflejen las prácticas de las Iglesias en sus primeras etapas y esto explicaría el rápido crecimiento y expansión del cristianismo. Todo ello refleja un estilo de actividad misionera que resulta verdaderamente un servicio a la vida de las personas a las que se dirigen. Y este estilo caracterizaba un especial perfil del evangelista y predicador. Por eso no extraña que, en la segunda lectura, san Pablo nos deje claro que lo que mejor nos identificará a los cristianos como “criaturas nuevas” no serán las prácticas institucionales, como lo era la circuncisión para los judíos y podrían serlo para nosotros las prácticas sacramentales, los signos externos e incluso pronunciar discursos piadosos o moralizantes bonitos.  Nuestra mejor identificación como cristiano, será llevar en nuestro cuerpo, en nuestra vida, las señales de Jesús crucificado, es decir, las señales de su entrega por los demás hasta el final.
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5.  Las dificultades, los retos de la nueva sociedad que se está gestando, son inevitables, no vamos a escaparnos de ellos. Lo importante para nosotros es tratar de entender los retos que se nos plantean con la mirada del Evangelio y no con viejos prejuicios heredados, creyendo ingenuamente que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Entendiendo desde la Buena Noticia, las nuevas circunstancias como una manera de expresarse la voz de Dios,  se podrán asumir las dificultades que encontramos en los nuevos retos, con la confianza y la disposición de servicio del propio  Jesús.Ω

Comentarios

  1. qué bendecida me siento de haber descubierto este blog! por fin una interpretacion cristiana que me llena de esperanza

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