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22º domingo t.o.: Criterios y no recetas para el comportamiento

Lect.:  Deuteronomio 4:1-2, 6-8; Santiago 1:17-18, 21-22, 27; Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23

  1. A lo largo de los veintiún siglos de historia del cristianismo , ocasionalmente, una y otra vez  ha surgido el peligro y tentación en los creyentes, de dejarse llevar por las interpretaciones legalistas de la palabra de Dios. Es decir, de anteponer la importancia de reglas, de leyes y costumbres surgidas en diversas épocas y lugares por encima de la riqueza y fuerza inspiradora de la práctica y del modo de vida de Jesús de Nazaret.  Esa tentación legalista, verdaderamente  dañina para la vida espiritual, trae peores consecuencias,  aún más, cuando se une con la tendencia de lectura literalista de la Biblia y, en particular del nuevo Testamento. 
  2. El texto de Marcos que leemos hoy nos pone frente  a situaciones complicadas que atravesaban algunas de las primeras comunidades cristianas  que se veían retadas por prácticas religiosas legalistas de su entorno y que intentaban liberarse de esas tentaciones recurriendo a la inspiración de Jesús de Nazaret.  Marcos nos permite comprender que muchos de los nuevos cristianos, provenientes de ambientes no judíos, ni entendían ni cumplían muchos de los preceptos relativos a lo que se llamaba la “pureza ritual” y su incumplimiento les generaba críticas quizás incluso de otros cristianos que sí eran de origen judío. Si ya entonces, los nuevos cristianos sin raíces judías no entendían todo ese entramado legal, menos aún nosotros a tanta distancia espacio temporal. Muchos de los mejores estudiosos bíblicos cristianos coinciden en afirmar que este tipo de prácticas religiosas de aquella época, centradas en torno a la idea de “pureza” nos resulta prácticamente incomprensible hoy día y esto a pesar de los muchos trabajos de investigación realizados sobre el tema. Los conceptos de pureza e impureza no tenían nada que ver con la suciedad o limpieza de índole físico, no eran disposiciones de higiene de la época. Se originaban a partir de la concepción que se tenía entonces de que los humanos que quieren tratar con la divinidad deben colocarse en un estado más elevado que el ordinario purificándose de todo lo que podría generar el enojo de los dioses, —de Yaveh, en el caso judío. Y podía tratarse de diversos tipos de pureza: ritual, alimentaria, genealógica y moral. Y aplicarse a personas, animales, objetos y cosas. Pero lo más complicado, visto desde nuestro tiempo, es  determinar los criterios que hacía que algo fuera puro o impuro (a excepción de la impureza moral). 
  3. Sin entrar en el nivel de la investigación científica, lo que nos interesa es ver cómo este  texto de hoy tiene la riqueza de darnos a entender varias cosas que permitirán que las primeras comunidades resuelvan el problema que les planteaban los existentes preceptos de pureza ritual.  Primero, en general, las comunidades entienden en la práctica, —aunque no sepan expresarlo entonces como nosotros hoy— que enfrentaban un problema de condicionamiento cultural, es decir, de la influencia que ejercen el modo de pensar de una época y de un lugar, a la hora de leer un texto sagrado. Marcos contrapone esos condicionamientos culturales a la palabra de Dios, llamándolos “preceptos humanos”. Muchos de sus antepasados, en el ambiente en que vivieron, tenían que leer la Biblia de una manera que les resultó válida en su momento, adaptada a sus circunstancias pero que ya no tenía cabida en los nuevos tiempos. (Hay que decir también que no pocas disposiciones rituales obedecían a intereses económicos y políticos de los sacerdotes del Templo).
  4. Hay que decir que el propio Jesús, lo más probable, nunca se planteó analizar y pronunciarse sobre los centenares de preceptos que escribas y fariseos habían venido desarrollando para guiar la práctica del pueblo judío. Pero, precisamente, lo interesante es que, al no entrar en esas discusiones,  dejó claro que esos temas no eran importantes ni para él, ni para la Buena Nueva que anunciaba. Su práctica de vida no era guiada por normas de pureza ritual, ni alimentaria, ni genealógica, sino por su estrecha relación vital con su Padre. Jesús no era un teórico, ni un rabino, sino un profeta carismático al ejemplo del profeta  Elías, un hombre espiritual profundo que experimentaba continuamente la presencia y la voluntad del Padre en su vida cotidiana y de ahí, de esa experiencia vital, y no de reglas y tradiciones, provenía la guía de su vida. 
  5. Sin duda, que el testimonio de vida de Jesús fue el que inspiró a los primeros cristianos y les enseñó  distinguir qué era lo importante y que no lo era en las tradiciones y múltiples preceptos bíblicos.  En concreto, en el pasaje de hoy se puede captar cómo las primeras comunidades, frente a probables discusiones con grupos legalistas y literalistas, además de relativizar el condicionamiento cultural de las reglas de impureza. destacaron como enseñanza de Jesús la prioridad que tiene el corazón del hombre, lo interior, es decir, la conciencia, la intencionalidad responsable y libre, como guía en el actuar, muy por encima de las prácticas puramente externas, rituales que, muchas veces, no reflejaban ningún comportamiento maduro, ni reflexivo. Por eso, por ejemplo, es que pudieron relativizar incluso una práctica tan sagrada como de guardar el sábado. Éste se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. No es en las prácticas puramente externas, sino en el ámbito de la conciencia y de las convicciones bien formadas, donde se puede leer la voluntad de Dios, donde se explica y se juega la decisión sobre lo justo y lo injusto, lo puro y lo impuro. Ésta decisión se lleva a cabo únicamente en el corazón, en el interior del ser humano que vive en comunidad. El principio básico es que el hombre y la mujer libres deciden con “el corazón”. Recordemos que en la Biblia y en el judaísmo mismos, el corazón se entiende como el centro de la personalidad, donde la dignidad, la libertad y la propia fuerza de decisión encuentran su fundamento. Por eso, el corazón es mencionado en el mandamiento principal como lugar donde reside el amor de Dios: “amarás a Dios con todo tu corazón…
  6. Como vemos, este descubrimiento y aprendizaje de las primeras comunidades cristianas de Marcos, les permitió enfrentarse a las nuevas circunstancias de los nuevos tiempos, sin necesidad de empantanarse con discusiones de leyes y tradiciones, asimilando, haciendo propio el espíritu y forma de vida de Jesús. Pienso que reflexionar en esta experiencia, puede sernos de gran utilidad para guiar nuestra vida como cristianos maduros hoy día, ante tentaciones contemporáneas de reducir el evangelio a un paquete de reglas y mandamientos. Nos puede ayudar no solo a rechazar toda actitud legalista y literalista en el acercamiento a las Escrituras sino, también, en motivarnos al cultivo serio de formación de una conciencia  cristiana y humana, creativa, reflexiva que nos capacite en un modo de ver la realidad, de discernirla y de valorarla, en vez de soñar con un inútil e inexistente recetario para la acción.  Ω

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