Lect.: Sofonías 2:3; 3:12-13; I Corintios
1:26-31; Mateo 5:1-12
- El domingo pasado veíamos a Jesús anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios a la población galilea, predominantemente de pobres pescadores y campesinos. La opción de Jesús por estos destinatarios, la liturgia la fundamenta con las otras dos lecturas de hoy. En la primera, el profeta Sofonías anuncia la voluntad de Dios de dejar “un pueblo humilde y pobre”, que “en el nombre de Yahveh constituirá el “Resto” elegido de Israel”. Por su parte, Pablo, en la segunda, le dice a los habitantes de Corinto, que “Dios ha escogido más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es.”
- El texto de Mateo que hemos leído hoy nos añade una presentación del contenido central de lo que Jesús predicó en Galilea, al menos una parte muy importante de esa misma Buena Noticia que les compartió. Tradicionalmente la conocemos como el “Sermón de la Montaña” de Mateo. Y de este sermón, que abarca cuatro capítulos (4 al 7) de su evangelio, destaca esa parte que leímos hoy: son las llamadas “Bienaventuranzas”. Pero preguntémonos, ¿Por qué se trata de un texto relevante? La respuesta es, sin duda, que en la intención del evangelista, este texto dibuja el perfil de quienes quieren apuntarse como discípulos de Jesús.
- Cuando uno vuelve a escuchar estas palabras interpretándolas como rasgos de ese perfil, es inevitable sentirse, al mismo tiempo, cuestionado y confundido. ¿Es que para ser discípulo de Jesús, para considerarse cristiano tenemos que tener todos esos rasgos? ¿O, al menos, estar caminando en esa dirección? ¿No es esta una exigencia demasiado estricta? Tomemos tan solo unos ejemplos: promete el Reino a los que ansían la justicia, a los que practican la misericordia, a los que no tienen malas intenciones en su corazón, a los que trabajan por la paz… Con esas exigencias, ¿podríamos Uds. y yo, y mucha más gente, ser considerados cristianos de verdad? Parecen dibujar, más bien, una forma de vida sobrehumana y que choca de plano, en nuestro tiempo, con los estilos de vida predominantes en nuestras sociedades, que están impulsados por el espíritu mercantilista que marca todas las relaciones humanas, y que lleva incluso a usar medios violentos o corruptos para acumular posesiones por encima y a costa de los demás. ¿Es que tenemos Uds. y yo, y muchos otros, fuerzas para enfrentarnos a ese tipo de sociedad excluyente, discriminatoria y confrontativa, y vivir las Bienaventuranzas y el Sermón de la Montaña? Supondría, de nuestra parte, un compromiso serio para construir una sociedad inclusiva, igualitaria y de solidaridad y cooperación. Todo lo contrario de lo que pregonan la economía dominante y los políticos al servicio de esta.
- No somos los primeros en ver estas dificultades. Otras semejantes se las han planteado ya muchos antes que nosotros y tuvieron que buscar alguna respuesta que tranquilizara su conciencia aunque no siempre resolvieron bien el problema. Por ejemplo, ha habido una tendencia por décadas y probablemente siglos, y quizás todavía hoy permanece en algunos grupos, a decir que las Bienaventuranzas hay que interpretarlas “espiritualmente”, como una “actitud interior”, “íntima”, pero que “no se puede vivir en la práctica externa y cotidiana”. Otros, incluso, llegaron a afirmar que solo en grupos selectos, —tales como los monjes, frailes y religiosas— podían realizarse estas enseñanzas.
- Pero estas no son las enseñanzas de Jesús. Si estudiamos a fondo el texto del Sermón del Monte de Mateo, —aunque encontremos algunas filtraciones de las primeras comunidades que cincuenta años después de la muerte de Jesús, están tratando de suavizar el mensaje, — tendremos que aceptar que el evangelista no está proponiendo un ideal utópico, irrealizable, ni se está refiriendo solo a un cambio interior de cada uno, sino un modo de vida realizable, cuya posibilidad se nos muestra precisamente en la vida y obras de alguien que fue plenamente humano, Jesús de Nazaret. Lejos de ser un ideal que Jesús vivía únicamente en su interior, el Espíritu que lo habitaba, —y que nos habita a nosotros también— traducía esas convicciones y vivencias interiores en la práctica de servicio a los pobres, de amor misericordioso, de continua lucha por construir paz con justicia… Mateo está convencido de que en Jesús de Nazaret se transparentan las capacidades del ser humano hecho a imagen de Dios, para vivir una comunidad plenamente fraterna, de cooperación y solidaria. Por decirlo con otras palabras, en las Bienaventuranzas y en el resto del Sermón del Monte se nos da una lectura de lo que fue la vida y misión de Jesús. No se trata de una “nueva ley” con “nuevos preceptos legales”, dados por un “nuevo Moisés”. Se trata de valores vividos por Jesús y expresados luego por escrito por el evangelista, para mostrar a las siguientes generaciones el potencial del ser humano que se revela en ese “hijo del carpintero”. Descubrirlo como nuestra propia potencialidad es la “Buena Noticia”. Buena Noticia que hay que compartir con los demás.
- Realizar ese horizonte de posibilidades y en situaciones frecuentemente adversas, como las de la economía actual, no sale del mero esfuerzo que hagamos; es fruto de la gracia, es el regalo de la gratuidad de Dios para todas sus hijas e hijos. Aceptar esa Buena Noticia nos llena de esperanza, estoy seguro, y es la invitación que nos deja esta celebración de hoy.Ω
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