Ir al contenido principal

27º domingo t.o. La fuerza de lo pequeño

Lect: Habacuc 1:2-3; 2:2-4; II Timoteo 1:6-8, 13-14; Lucas 17:5-10


  1. Quiero compartirles un párrafo que escribió hace más de 70 años un hermano de mi Orden, dominico,  cuando trabajaba en un libro para impulsar a los cristianos a una acción transformadora. Dice así: "Embarcarse. No se sabe con qué navíos se va a encontrar, cuáles tempestades habrá que enfrentar, en cuáles puertos se deberá descansar. Se parte sin tener todo previsto, y donde se llega.  Pero nada de esto  impide la partida."
  2. Con un tono literario, en un estilo de animación juvenil, pienso que el autor, el padre Louis - Joseph Lebret,  estaba describiendo el carácter de aventura que tiene para todos nosotros la decisión de vivir la vida dejándonos llevar por la inspiración de Jesús. A lo largo de los años vamos descubriendo que cada uno tiene su propio llamado, que en ningún caso alcanzaremos las metas que nos propongamos sin pasar por dificultades imprevistas, que rara vez acertaremos a la primera con las opciones correctas, que tendremos fallos a menudo y a veces más necesidad de descansar que de seguir luchando. Es decir, nuestra vida tiene, en ese sentido, el carácter de aventura Y, si a pesar de todos estos rasgos de la existencia humana, cristianos y cristianas decidimos partir y andar por el camino del evangelio, se debe no a razonamientos y planeamientos muy precisos, sino a la fuerza de un motor poderoso, un "músculo" como lo expresa un predicador. Es lo que el evangelio llama la "fe". No nos proporciona una senda que podemos recorrer con el pleno conocimiento de que cada paso  es el más racional, el más correcto. No lo hace porque no nos quita nuestro carácter humano y falible. Solo nos da la fuerza para caminar pese a la incertidumbre y a la imposibilidad de contar con el conocimiento pleno de lo que se nos viene por delante. 
  3. Esto es así porque la fe cristiana no consiste en un conjunto de doctrinas aceptadas, en una serie de verdades sobre la realidad superiores a la ciencia, como a veces se piensa. Tampoco es una técnica para realizar actos mágicos como mover una colina o un árbol y tirarlo al mar. Estos no son más que comparaciones metafóricas que utilizan Lucas o Mateo para expresar la enorme fuerza que tiene ese "músculo" con el que todos contamos, aunque quizás no todos lo hayamos descubierto y no lo hayamos empezado a ejercitar. La fe es la fuerza para atravesar tempestades, para hallar el rumbo en medio de las normales oscuridades de la vida y para seguir viviendo la aventura de la vida con confianza y alegría. Es elocuente en ese sentido el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos cuando describe lo que fueron capaces de hacer los patriarcas y otros hombres y mujeres del Antiguo Testamento, movidos por esa “plena certeza de las realidades que no se ven”, como llama a la fe el autor de la Carta . En una visión más contemporánea yo diría que es una plena certeza de una dimensión de la vida que no resulta evidente pero no por eso es menos real. Por nuestra parte, los cristianos hemos podido descubrir que esa fuerza existe en nosotros y que con ella contamos. La hemos descubierto cuando la vemos puesta en acción en el propio Jesús y en muchos otros hombres y mujeres que, aunque no fueran cristianos ni “religiosos” en el sentido tradicional, experimentaron la expresión de lo divino en su propia humanidad, y comprobaron que se manifiesta de forma extraordinaria en la debilidad de lo ordinario. Esas son, probablemente, las fuentes de esa fuerza que llamamos fe, porque nos permiten experimentar nuestra vida sólidamente fundada, como una realidad valiosa y estable que está en Dios y en Él se mueve y existe. Se trata de una experiencia tan profunda de esa unión de lo temporal humano con lo trascendente divino que lleva al propio Lucas, en el libro de los Hechos (17:28), a asumir la audaz afirmación de que somos de la raza de Dios”.  
  4. De allí que, en el mensaje de hoy no se trata de decirnos que, como aquellos discípulos, pidamos que se nos aumente la fe, sino de despertar y descubrir que esa semilla de mostaza ya todos la tenemos, y solo  hay que dejar que desarrolle todo su potencial en la vida cotidiana.Ω

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...