Ir al contenido principal

4o domingo de Cuaresma

Lect.: Ef 2:4-10 ; Jn 3: 14-21


Tengo que empezar esta reflexión confesando un detalle de mi visión religiosa  personal. Cada vez que esta cuaresma, como otros años, escucho cantar "Perdona a tu pueblo Señor... No estés eternamente enojado" y cosas parecidas, se me produce una reacción de disgusto y de desconcierto.  No solo por el tono triste y quejumbroso de la música. Más que todo por el contenido y la orientación que le da a la vivencia cuaresmal.
¿Qué tiene que ver esta religiosidad, por ejemplo, con el mensaje de Juan en el evangelio de hoy? Creo que nada, es más bien lo contrario. Juan, referiéndose a Jesús en la cruz, dice que ha sido levantado, para que todo el que crea en él, tenga la vida definitiva, la vida del Eterno. Lo compara con Moisés que, cuando los israelitas rebeldes fueron mordidos por serpientes, levantó sobre un palo, en el desierto, una imagen de bronce de la diosa egipcia de la fertilidad y la alimentación, Nenutet, representada por una cobra. Todo el que la miraba recibía la salud. Dejando aparte el por qué Moisés usó una escultura de una diosa pagana, lo importante es la comparación que hace el evangelista. Jesús es levantado sobre un madero, para que quien dirija a él su mirada, quien crea en él, reciba la vida.
La comunidad del evangelista Juan vivía  una espiritualidad cristiana centrada en la convicción de que seguir el camino de Jesús conducía a lo que hoy llamaríamos una vida plena. No era un camino dolorista, de lamentaciones, ni de temor al castigo. En otro texto dice el mismo evangelista que Jesús vino para darnos vida y en abundancia. La condena a ser elevado en la cruz, no es una glorificación del sufrimiento, ni de la destrucción corporal, como camino de santidad. Es, más bien, una exaltación de la vida de Jesús como una vida de pleno desarrollo humano, en quien los valores de servicio, de solidaridad  con los más débiles y pobres, con los marginados, lo llevaron al enfrentamiento con los poderes religiosos y políticos de su época, responsables de esa marginación y esa pobreza.
Mirar a Jesús, creer en él es creer en nosotros mismos. Es Creer en que el mismo Espíritu Santo que llevó a plenitud la vida de Jesús, nos da la capacidad para "nacer de nuevo" como le dijo Jesús a Nicodemo, para desarrollar a fondo todas las potencialidades que tiene nuestra propia persona. Para Juan, darse cuenta de esto es vivir en la luz. Ignorarlo es autocondenarse a permanecer en las tinieblas, en la ignorancia de todo lo que somos como seres humanos, hijos amados de Dios.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...