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2º domingo de Pascua.

Lect.:  Hech 2: 42 - 47; I Pedr 3 - 9; Jn 20: 19 - 31

  1. Mi predicación del domingo pasado, fiesta de la Pascua, dio lugar a reacciones fuertes. Si no muchas, alguna sí bastante fuerte. Y me guío por los comentarios a mi blog de homilías escritas tan solo porque, lamentablemente, no tenemos oportunidad de escuchar las reacciones de los que vienen aquí al templo y escuchan directamente la predicación. Pero esto me ha hecho pensar, una vez más, no solo en cuál puede ser la reacción de cada uno de quienes vienen a la eucaristía ante las reflexiones que me escuchan sino, más profundamente, cuál es su reacción ante estos relatos de la resurrección. ¿Cómo los toman? ¿Cómo los interpretan? Y, sobre todo, ¿qué les dice para su vida personal hoy día? Esto último es lo más importante, sin duda, según lo dice el último párrafo del texto de Juan: "Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre." 
  2. Apliquémoslo al relato de hoy. Si lo que se narra fuera, simplemente, un hecho que aconteció a un grupo de discípulos hace 21 siglos, ¿cómo me sirve a mí, a cada uno de nosotros, para tener vida en el nombre de Jesús? Si se trata de una extraña aparición de  un Jesús que, como si fuera un fantasma, aparentemente atraviesa paredes para darles al grupito la paz y el don del Espíritu Santo, ¿es que tengo que esperar a tener una aparición parecida para recibir vida, paz y el don del Espíritu? Y algo más, si se trata de una aparición así material, ¿por qué Juan la llama un signo? Pero si debo ver el relato como un signo, y no quedarme en la materialidad de la narración, ¿se trata de un signo de qué? Es decir, ¿cuál es el significado que Juan quiere transmitirnos con las imágenes y palabras que usa?
  3. Pienso que estos domingos de Pascua voy a plantear más preguntas que respuestas, porque lo importante para crecer espiritualmente no es aceptar lo que el predicador diga por la autoridad que tiene, sino leer el evangelio con una actitud reflexiva, con un esfuerzo de interpretación para traspasar las barreras del lenguaje y disponiéndose a captar el sentido profundo de cada relato, sin quedarse en la pura apariencia, como quien lee, por ejemplo, una noticia del periódico.
  4. Por lo pronto, para empujarnos a reflexionar, quiero repetir algo que dije aquí en una predicación pascual hace tres años.  “Hay cosas en los evangelios que deberían llamar nuestra atención y ponernos a pensar. Por ejemplo, cuando Jesús habló de que quien cree en él vive para siempre; si estaba anunciando que lo esencial de su mensaje era literalmente “volver” a la vida, y que nuestros cuerpos muertos invirtieran su proceso de corrupción, ¿por qué no usó ese elemento como parte de su “marketing” —y perdónenme la irreverencia del término—? Semejante anuncio hubiera sido de gran impacto en aquel ambiente, como en el nuestro de hoy todavía. Hubiera ganado tantos o más seguidores que los que le buscaron por la multiplicación de los panes. Pero no encontramos que su predicación contenga ese reclamo continuo." Con estas palabras, entonces y ahora, trato de invitarles a descubrir en qué consiste una lectura del evangelio que no se quede en la pura letra de los escritos sino que capte más allá de “la letra que mata, el espíritu que da vida” (2 Cor 3 – 6).Ω

Comentarios

  1. Los comentarios que nos comparte Armando son muy útiles en la medida en que nos permite pasar por la tela de la duda nuestra Fe, a partir de las preguntas e inquietudes que genera . Podemos conocer Las Escrituras, tener pruebas científicas de la existencia de Jesús, pero esa información no me asegura el Don de la Fe. Tener la certeza de que Dios vive en mi pasa por una experiencia vital. Y esto da lugar a una sed constante de su palabra a través de Jesús, a una necesidad constante de oración íntima personal y en comunidad .
    La Fe es una experiencia de vida en continúa relación dialéctica con nuestro entornó interior y exterior .
    Los textos de Jorge Chaves y de Edwin Andrés personalmente me enriquecen y fortalecen en mi Fe . Gracias a los tres .

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