Lect.: Job 7:1-4.6-7; 1 Cor
9:16-19.22-23; Mc 1:29-39
1. ¿Recuerdan aquella
inquietud de dos discípulos, que comentamos hace varios domingos? le
preguntaban a Jesús dónde vive. Es decir, querían saber y experimentar cómo
vivía, qué estilo de vida le hacía ser tan especial. Y este Cap. 1 de Mc
nos cuenta, de forma resumida, a propósito del viaje a Cafarnaum, como era esa
forma de vida de Jesús , predicando la buena noticia, traduciendo esa noticia
en la práctica de curar a gente que necesitaba liberarse de sus dolencias y
enraizando estas dos actividades en ratos de soledad para profundizar en el
encuentro con Dios. Nos cuenta, además, que esta forma de vida de Jesús la
realiza en lugares cotidianos, empezando por la casa de la suegra de Pedro.
Jesús no es un predicador de sinagoga, no es un clérigo, ni un
funcionario del Templo, sino alguien que vivía la experiencia de la divinidad
viviendo con normalidad y profundidad la vida humana y traduciendo en servicio
esa experiencia.
2.
Lo que Mc sugiere, al decir que Jesús se retiraba a un
lugar solitario para orar, no es tan solo un lugar, en sentido físico sino,
sobre todo, refiriéndose a momentos, de lo que hoy llamamos
"silencio interior", en los que uno trata de despojarse de todo ese
ruido y esas interferencias del yo superficial, para entrar en nuestra
intimidad, y descubrir esa presencia de lo divino en el fondo más
auténtico de lo que somos. Son los momentos de zambullirnos en lo humano
para toparnos con el Dios fuente de lo que somos. Por eso es que entendiendo
esto como momentos de oración auténtica, no de repetición de plegarias
o ritos "prefas", esta oración era la que llevaba a Jesús
al servicio de quienes necesitaban liberación de sus dolencias. Hay que notar
que Mc no nos da ideas, doctrinas, que describan el contenido de esa Buena
Noticia, sino que describe prácticas, un modo de vida de Jesús que en sí mismo
era ya una buena noticia, porque nos muestra cómo puede ser la vida de
cada uno de nosotros.
3.
No se trata, entonces de preguntarse si Jesús hacía
realmente curaciones milagrosas o por qué curaba a unos y no a otros. Sino de
descubrir que de ese modo de vida, verdaderamente humano, sale una fuerza
transformadora y liberadora de nosotros mismos y de los que nos rodean.
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