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30º domingo to: Nuevos caminos para que los recorramos los católicos

Lect.: Eclo 35, 12-14. 16-18 ; 2 Tim 4, 6-8. 16-18  ; Lc 18, 9-14


  1. Esta semana ha concluido un acontecimiento de extraordinaria importancia para la vida y misión de la Iglesia, es decir, para la vida y la misión de Uds. y mías, ya que nos confesamos católicos. Es un extraordinario acontecimiento que en los meses que siguen probable  y deseablemente van a afectar la vida de nuestra Iglesia en todos sus aspectos y van a desconcertar a muchos. Sin embargo, me pregunto cuántos de los que leen estas líneas saben a qué me estoy refiriendo. Ojalá me equivoque pero me temo que el peso de una religión rutinaria en nuestras creencias y prácticas, nos impide estar con ojos y oídos atentos a los cambios profundos que se están generando en la Iglesia.
  2. ¿Alguno ha adivinado ya de qué acontecimiento estoy hablando? ¿Lo han leído o escuchado en los medios o en internet?  En efecto, me refiero a la conclusión del llamado “Sínodo amazónico”, es decir, de la Asamblea especial convocada por el Papa Francisco en enero pasado y realizada durante 21 días de este mes de Octubre que reunió en Roma a Obispos, a misioneros y misioneras, miembros de las Iglesias de otras confesiones cristianas, laicos y laicas, y muchos representantes de los pueblos indígenas de los países amazónicos. Se reunieron convencidos de la urgencia de un tema que reclama abrir nuevos caminos para la Iglesia en el territorio y que va a abrir nuevos caminos para la Iglesia universal.
  3. En el Documento Final se recogen los acuerdos tomados por votación de todos los participantes y que apuntan a nuevos caminos para que recorra la Iglesia y nuevos caminos para una ecología integral. Los invito a leer el Documento (ver enlace al final) y a meditar sobre sus consecuencias para la vida de cada uno y de nuestra Iglesia, incluso aquí que podemos pensar que estamos geográficamente lejanos de la Amazonía.
  4. Solo quiero destacar, en este momento, que el clima de la Asamblea fue de intercambio abierto, libre y respetuoso entre los obispos pastores en la Amazonía, misioneros y misioneras, representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía, laicas, laicos y pastores. Fue una nueva experiencia de escucha para discernir la voz del Espíritu que conduce a la Iglesia a nuevos caminos de presencia, evangelización y diálogo intercultural en la Amazonía. Parece poca cosa pero no lo es. En el mundo católico, por siglos ha predominado la idea de que el Papa, Obispos y clérigos hablan, y que el pueblo solo escucha.  La idea de que nuestra Iglesia es jerárquica piramidal está muy extendida y asimilada, lamentablemente, por el propio pueblo. Peor aún, esta concepción ha contribuido a crear  y a fortalecer el clericalismo, considerado por el propio papa Francisco, como uno de los peligros más serios para la vida de la Iglesia en América Latina. El mismo concepto de "misiones para evangelizar" estuvo contaminado muchas veces por una actitud de "superioridad cultural". Frente a esta realidad dominante, esta vez, en esta experiencia sinodal, se ha dado una escucha mutua, para aprender especialmente de lo que esos pueblos periféricos, indígenas sobre todo, tienen que enseñar a la Iglesia.
  5. Por supuesto que ya ha habido reacciones negativas, incluso con violencia verbal y simbólica, de parte de grupos católicos y eclesiásticos ultraconservadores, que toda la vida han vivido como si estuviesen en posesión de una verdad absoluta que identifican con lo que no son más que postulados de su variante cultural occidental, incluso, en muchos casos, impulsados por intereses de clase. Han vivido con una autosuficiencia religiosa y un desprecio por quienes no piensan, ni viven, ni provienen de una cultura como la suya.  
  6. Es por esto último que resulta inevitable relacionar críticas surgidas al acontecimiento sinodal que estamos viviendo con la parábola de hoy donde se contrastan la forma de orar del publicano con la del fariseo. En las formas de orar se traduce la visión que se tiene de la relación con Dios y con los demás. Lucas nos pone en guardia ante la actitud de quienes diciéndose religiosos, están persuadidas respecto a sí mismos de que son justos, buenos. Lo que les domina es una soberbia espiritual,  una arrogancia que, en realidad, sólo sobrevive criticando, despreciando a los demás. Es un orgullo de base muy frágil. En el texto original griego de Lucas,  lo que se traduce habitualmente en las versiones que manejamos como “despreciando”, tiene el sentido de que “los veían como que no valían nada”. En cambio, en el publicano encontramos una actitud por completo opuesta. Ni Jesús, ni los evangelistas tratan de decirnos que los publicanos carecían de comportamientos pecaminosos.  De hecho eran generalmente considerados traidores a los intereses del pueblo, por estar al servicio de los invasores romanos. Pero las menciones que de ellos hacen los evangelistas los muestran como ejemplo de la transformación radical que puede provocar el abrirse a la Buena Noticia, cuando un pecador deja operar en sí mismo la gracia y la esperanza y renuncia a su egocentrismo. 
  7. Gracias a una oración que se concentra en Dios y en sí mismo, el publicano llega a comprender y a manifestar su verdadero ser y “permite” a Dios ser Él mismo, sin ninguna manipulación, y esta actitud es lo que lo abre al amor al prójimo. Lucas quisiera que este testimonio del publicano marque la ruta de nuestra vida.Ω


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