- En este relato de hoy Lucas nos presenta la posición de Jesús enfrentando creencias de su época, de tinte y apariencia religiosa, pero profundamente negativas, destructivas y que, por desgracia, por falta de formación moral y por ignorancia todavía se pueden encontrar hoy día en algunas personas. Son esas creencias en que se ve a la muerte prematura, inesperada o a la enfermedad como castigo por el pecado. Para Jesús está claro que la muerte y la enfermedad son parte de la condición humana. Si eso es así, la muerte puede presentarse en el momento más imprevisto, como les sucedió a las víctimas del accidente de la torre de Siloé, al que se refiere el pasaje, o puede ser el resultado de las intenciones perversas de algunos que quieren hacer daño a otros, como el caso de los galileos asesinados por orden de Pilato.
- Para quienes todavía mantienen la retorcida idea de que alguien muere por castigo de Dios, y que incluso algunos son merecedores de más castigo, Jesús solo considera necesaria una pregunta y una constatación ambas contundentes. “¿Piensan Uds. que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas?” “¿piensan que los sepultados por la torre eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?” La constatación está implícita pero es clara: los que le escuchaban, y los que leemos hoy el episodio eran y somos tan pecadores como esas víctimas.
- Nos enseña, una vez más, algo que hemos estado repitiendo estos domingos anteriores: que todos los hombres y mujeres estamos al mismo nivel, si vamos a ser juzgados por nuestros pecados. Ni los que fueron asesinados por los romanos, ni quienes fueron aplastados por los escombros de la torre, eran más pecadores que el resto de nosotros. ¿Qué es entonces lo que nos define, o define la calidad de nuestra vida? No el hecho de que hayamos cometido más o menos pecados. ¿Entonces? Jesús utiliza la parábola de la higuera, de la mata de higo, para afirmar que lo que marca la línea de diferencia es la capacidad de dar frutos para los demás. Una planta que teniendo todo lo necesario no da fruto para los demás, es un parásito. Ese sí es el pecado más grave que nos puede privar de compartir la vida divina, la vida del Eterno. Por eso las frases tan duras del viñador: “"Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?"
- Lo que pretende Jesús es hacernos ver que, cuando suceden hechos trágicos a nosotros mismos y a otros, nos sirvan no para enjuiciar incluso a los victimarios, y mucho menos a las víctimas, sino para que nos dejemos interpelar personalmente, en un aspecto clave para la vida humana: que nos preguntemos cada uno si estamos permanentemente dando frutos para nuestro pueblo, para lograr que todos los más necesitados sean aliviados, consigan la defensa de sus derechos y sean integrados plenamente en los beneficios de la sociedad en que viven. Una vez más, Jesús le da vuelta a nuestra tendencia a ver la paja en el ojo ajeno, para que reconozcamos, más bien, nuestra necesidad de cambio, de conversión personal.
- Hoy 24 de marzo, se cumplen 39 años del primer martirio de Monseñor Romero. El primero, porque el segundo fue el intento que hicieron mentes retorcidas y cargadas de odio, incluso dentro de la Iglesia, por desacreditarlo, para matar su memoria. - Hasta que el Papa Francisco le ha proclamado como santo. - El pasado 3 de marzo se cumplieron tres años del asesinato de Berta Cáceres, a quien mataron por defender los intereses de la vida de su pueblo indígena lenca, frente a poderosas empresas multinacionales, asociadas con grupos de poder y partidistas locales de Honduras. Aún espera que la identificación y captura de los autores intelectuales de su asesinato reivindiquen plenamente su causa. Y más recientemente, el dirigente indígena costarricense, Sergio Rojas, fue asesinado por defender lo derechos de los indígenas sobre sus tierras. Después de muerto, también han surgido intentos de desacreditar su memoria.
- El texto de Lucas queda con una nota de esperanza: como a la higuera, a nosotros se nos da una segunda oportunidad, para que quienes aún no damos el fruto adecuado, impactados por la memoria de los mártires, demostremos con hechos que nos comprometemos a seguir luchando por las causas por las que ellos murieron.Ω
Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera, que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones. En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la experien...
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