Ir al contenido principal

Epifanía del Señor, el valor de la búsqueda con la luz de la propia conciencia

Lect.: Isaías 60:1-6; Salmo 72:1-2, 7-8, 10-13; Efesios 3:2-3, 5-6; Mateo 2:1-12

  1. Históricamente, con anterioridad a nuestra época, el tiempo navideño se cerraba con la fiesta que resumía el sentido del nacimiento de Jesús. Es la fiesta celebrada el 6 de enero y llamada de la “epifanía”, es decir, de la manifestación de Dios, por Cristo, en toda la creación. Se celebraba, precisamente, el hecho de que, por la Encarnación de Dios en el ser humano, la presencia divina pone su morada en todas las realidades terrenas, toda la materia se reafirma como santa, purificada y liberada de las raíces del mal. Maravilloso mensaje que contradice todas las visiones catastrofistas de la historia humana.
  2. Hay dos relatos simbólicos en los evangelios que acentúan esta convicción tan positiva sobre el sentido del nacimiento de Jesús. Uno es la inmersión de Jesús en el Jordán, —lo que llamamos su “bautismo”—, para mostrar la consagración de las aguas de la nueva creación, es este un episodio que recordaremos el domingo próximo. El otro episodio, que celebramos hoy, es el de la adoración de los magos de Oriente, que recalca la universalidad de esa purificación que alcanza a todos los pueblos, a todos los hombres y mujeres, sin exclusión por ningún motivo. Si Mateo utiliza solo personajes masculinos, sin duda, es por el propio tributo que paga a sus limitaciones culturales.  En el tipo de lenguaje y género literario de muchos de estos llamados “relatos de infancia” sería equivocado buscar ninguna verosimilitud histórica. No es la intención de los autores. En los personajes que aparecen en escena, “magos que venían del Oriente”, es decir, estudiosos de la astrología de la época, lo único que busca el evangelista es empezar a sugerir cómo el mensaje de la Buena Nueva no está encerrado en lo límites del pueblo judío, ni siquiera en los de personas religiosas. Ni está atado a una “revelación” propia de determinada revelación o tradición profética. La “estrella” es la luz propia de cada ser humano que busca con honradez y sinceridad a Dios, a la verdad. 
  3.  Lo que siglos después llega a ser convicción compartida por quienes se abren a luz del evangelio, Pablo lo expresa vigorosamente en la segunda lectura de hoy, (Efesios 3:2-3, 5-6), señalándolo como el corazón del misterio revelado por Dios a apóstoles y profetas : “que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio”. Es decir, que lo que festejamos con el nacimiento de Jesús es que todos los seres humanos, creyentes y no creyentes, y a través nuestro, toda la creación, formamos un solo cuerpo, y participamos de la misma promesa de salvación, sin ningún privilegio para nadie, para todos por pura gracia.
  4. Es una maravillosa Buena Noticia que verdaderamente da luz a toda la humanidad. Meditándola en serio tan solo unos instantes, tendríamos que avergonzarnos de haber permitido en nuestras sociedades e incluso en nuestras Iglesias, prácticas discriminatorias por pretextos raciales, de diferencia de género, culturales y de nacionalidad. Prácticas que, por lo demás, dan lugar a actitudes de pretendida superioridad de unos grupos sobre otros, que siempre generan, como sabemos, violencia. Nada de esto es cristiano, ni se puede justificar religiosamente.
  5. Conservar y prolongar el espíritu de la navidad a lo largo del año conlleva, entonces, la defensa apasionada de nuestra igualdad fundamental humana y nuestra comunión con toda la naturaleza consagrada. Es una defensa que, quizás, deba iniciarse al interior de cada uno de nosotros mismos para superar prejuicios irracionales frente a los que son distintos a nosotros, prejuicios muy arraigados en nuestro interior y que nos aíslan de otros hermanos y hermanas al pretender colocarnos varios escalones por encima de ellos. Los primeros pasos del camino para superar esos prejuicios, consisten en empezar por reconocer lo que estas son las exigencias de nuestro nacimiento espiritual, que hemos celebrado en esta navidad, conforme las descubrimos en la lectura honesta e ilustrada de las páginas del evangelio.Ω

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...