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20º domingo t.o.: Una fe que no es monopolio de religiones

Lect.: Isaías 56:1, 6-7; Romanos 11:13-15, 29-32; Mateo 15:21-28

  1. A lo mejor muchos de los que oyeron esta reflexión y quienes la están leyendo ahora, andan muy bien de conocimientos de geografía pero, por si acaso  a algunos nos hace falta el repaso, empecemos recordando dónde quedaban Tiro y Sidón y preguntémonos si era posible que Jesús se hubiera desplazado a esos lugares, como parece sugerirlo Mateo.  El país de Tiro y Sidón, al que se refiere el este texto evangélico sirio, de Mateo, era la antigua Fenicia y es el actual Líbano. Las dos ciudades que llevan los nombres mencionados, quedaban en la costa mediterránea, hacia el sur de la actual Beirut, en dirección a Israel. Todavía existen en el mapa libanés. El evangelista no quiere decir que Jesús llegara tan lejos de la Tierra Santa. Lo que le importa es hacer ver que el Maestro estaba entrando en territorio de paganos, probablemente en alguna aldea limítrofe entre Fenicia e Israel donde coexistían judíos y no judíos y ahí se le acerca una cananea, una sirofenicia. Este detalle, aparentemente tan intrascendente, marca el escenario del relato y nos permite encontrar el sentido del mensaje.
  2. Para los judíos piadosos y, sobre todo, para los más ortodoxos, solo ellos, los de la religión de Moisés, eran elegidos por Dios. Y debían de mantenerse a distancia de los que no pertenecían a su pueblo. Entonces los que, por circunstancias históricas, cohabitaban con paganos, veían muy mal a éstos, como lo expresa  la dura frase utilizada por Mateo, que contrapone los hijos a los perros; y se comprende que experimentaran muchas tensiones sociales, culturales y religiosas, por el modo de pensar y prácticas tan diversas. En la Costa Rica de hoy, nosotros no hemos tenido experiencias de convivencia  en situaciones semejantes tan difíciles. A lo sumo, aunque no en grado tan extremo, (ni siquiera tan extremo como en los Estados Unidos de la era Trump, o en amplios sectores de la Unión Europea podemos pensar en los choques culturales que a veces sentimos ante costumbres distintas de grupos inmigrantes, por ejemplo, de los nicaragüenses; o ante grupos de costarricenses con modos de pensar diferentes a los del grupo o clase social donde estamos ubicados. Se da así, por ejemplo, cuando compatriotas más conservadores se enfrentan a quienes pertenecen al movimiento en defensa de la diversidad sexual, a los que  no solo ven de forma negativa sino que los descalifican como no partícipes de los “valores costarricenses”.
  3. Estos contextos nos permiten comprender la intención del relato de la mujer cananea, o fenicia. Pidiendo un gran favor a Jesús, —la curación de su hija—, recibe una primera negativa de él; en vez de amedrentarse la mujer le contra replica y, la cosa termina cuando Jesús se deja convencer por ella y llega a alabar su “enorme fe”. Con esto se deja claro un mensaje central del evangelio. Lo podemos expresar de manera doble: primero, diciendo que, como sucede con esta pagana en medio de judíos, la presencia y el poder de Dios pueden estar manifestándose  en personas vecinas a nosotros, en colegas de trabajo, en compañeros de estudio, aunque piensen y vivan de modo radicalmente distinto a nuestro propio modo de pensar y practicar
  4. En segundo lugar, el hecho de que de esta mujer Jesús diga que grande es su fe, nos hace ver que el poder transformador de la fe en Dios, —tan resaltado en diversos pasajes evangélicos— no es patrimonio exclusivo de ninguna religión, ni de la judía, ni siquiera de la nuestra. Es un don de Dios a todos los hombres y mujeres. La universalidad del llamado de Dios, empieza a mostrarse en este texto de hoy, superando posiciones como la del texto de Isaías que en la eucaristía  de hoy aparece como primera lectura. En Isaías se abre a que otros extranjeros puedan acercarse al Monte Santo, a Jerusalén, y que su Templo, sea casa de todos. Todavía se da un judeo – centrismo, una religión nacionalista. Con Jesús, llega el día, en que ya no se dirá que a Dios se le da culto aquí o allá, sino que será un solo “culto”, en otro sentido, el que unirá a todos los seres humanos, “en Espíritu y en verdad” como lo recuerda el evangelio de san Juan (4: 20 – 24). De ahí que de personas de otras culturas y costumbres, de otras religiones o sin religión, como era esta cananea para los judíos, también podemos aprender y dejarnos inspirar de los valores que tienen.  De hecho el texto de hoy hace ver cómo el propio Jesús aprendió de la mujer y fue capaz de superar sus propias limitaciones culturales, que muestra al inicio del encuentro.  Es notable la actitud del Maestro que no intenta en ningún momento convertir, atraer a la mujer al judaísmo ni a su propia visión religiosa.  Aun si este pasaje fuera producto bastante independiente de la comunidad mateana, y no fuera un hecho histórico de la vida de Jesús, refleja el rápido cambio que se va produciendo en las primeras comunidades cristianas, en su actitud respecto a los no cristianos, y a los no judíos.
  5. Este es el tipo de cambio y de aprendizaje que necesitamos muchos católicos y católicas ticas: abrirnos a la tolerancia y a la comprensión de quienes son distintos de nosotros, de lo que creemos y pensamos. Estas actitudes son indispensables si es que en serio queremos construir comunidades fraternas en nuestro país

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