Lect.: Is 26: 25,6-10 a; Flp 4,12-14.19-20;
Mt 22,1-14
- Durante tres domingos seguidos, incluyendo este de hoy, Hemos acompañado a Mt que presenta tres parábolas con las que Jesús contesta e interpela a los sumos sacerdotes y a los Ancianos. En las tres se habla de invitaciones de Dios al pueblo. Primero expresado como la invitación a los dos hijos; después a los arrendatarios de la viña; y hoy, a los invitados a la boda. Comentando las narraciones nos hemos fijado más en las reacciones negativas de uno de los hijos, luego de los arrendatarios y hoy, podríamos comentar la de los invitados que negaron asistir a la boda. Pero hay otro tema obvio que aún no hemos tocado. ¿A qué invitación se refiere Mt? O mejor dicho, detrás de las comparaciones de las parábolas, —la viña, el banquete—, a qué se refieren los evangelios?
- Podríamos responder diciendo, "al Reino de Dios". Por supuesto, y esa es otra hermosa imagen, pero, ¿a qué se refiere? Sobre todo hoy, con la imagen del banquete, que también aparece en la primera lectura se nos sugiere la respuesta. Nos está invitando a construir con el Señor, un futuro. "Aquel día", dice Isaías, y parece referirse al final de los tiempos. Pero Mt no pone ese futuro tan lejos. Lo compara con la meta de construcción del Reino de Dios, ese que ya está en medio de nosotros. En uno u otro caso, es elocuente que ese futuro no lo compare con un cuadro de disfrute individual, con un bienestar aislado, sino con un gran banquete en el que todos los invitados, hasta los socialmente excluidos, comparten todo, los mejores manjares. Una verdadera fiesta de una gran familia.
- En varias ocasiones hemos dicho que en el evangelio se expresa el encuentro entre Dios y el ser humano con lo que Jesús llama el Reino o "reinado" de Dios. Uniendo ambas explicaciones podemos decir que el futuro de encuentro pleno con Dios y con la realización plena de cada uno de nosotros, se simboliza con ese cuadro festivo, del banquete de bodas en el que todos tienen su sitio, todos comparten fraternalmente, con plena alegría, sin envidias ni exclusiones, la Mesa del Padre.
- Construir, pues, juntos, un futuro para disfrutarlo todos juntos. Es a esto a lo que nos invita el Evangelio, y es Evangelio, es Buena Noticia porque ese sueño es realizable. Lo que no debemos abandonar es el tener ese sueño y perseguirlo sin descanso, por más que la sociedad actual se parezca tan poco a eso que soñamos, Por más que otras voces nos digan que no somos realistas, que hay que conformarse con las cosas como son. Sin ese sueño evangélico, sin esa meta, sin esa utopía, nos paralizaríamos, nos hundiríamos y renunciaríamos al encuentro con Dios y con nuestro ser auténtico.
- Hace pocos días celebramos el 40 aniversario de una canción que en mi época de juventud, movió miles de corazones. La canción "Imagine" de John Lennon, decía así: “Imagina que no hay cielo. Es fácil si lo intentas, Ningún infierno debajo de nosotros, Arriba de nosotros, solamente el firmamento. Imagina a toda la gente viviendo el día presente... Imagina que no hay países. No es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o morir. Ni religiones tampoco. Imagina a toda la gente Viviendo la vida en paz. Imagina que no hay posesiones, Me pregunto si puedes. Ninguna necesidad de codicia o hambre, Una hermandad humana. Imagina a toda la gente compartiendo todo el mundo... Tu puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te nos unas, Y el mundo vivirá en unidad.”Ω
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