Ir al contenido principal

26º domingo t.o.

Lect.:  Ezequiel 18,25-28; Filipenses 2,1-11; Mateo 21,28-32

  1. Para captar el sentido de la parábola de hoy hay que recordar el contexto en que Jesús la dice y que aparece unos versículos antes de este texto (Mt 21: 23 - 27). En ese momento está acosado por sumos sacerdotes, fariseos y ancianos que le cuestionan su manera de actuar y le preguntan con qué autoridad hace lo que hace. Se refieren a las curaciones, a la higuera que secó, a los mercaderes expulsados del Templo… Jesús en vez de responder en directo, al estilo rabínico,  primero les pregunta y luego, como no le responden, les cuenta esta parábola. A lo que ésta apunta, entonces, es a  mostrar qué es lo que da coherencia, respeto, capacidad, autoridad moral, valor a una persona; cuál es el respaldo que pueden tener nuestras palabras, nuestras enseñanzas; en definitiva, cuál es el punto de referencia que podemos tener para identificar lo que es valioso en nuestra vida y en la de los demás.
  2. Si le hubieran hecho esta mismas preguntas a quienes acosaban a Jesús, podemos imaginar lo que hubieran respondido. Los sumos sacerdotes hubieran dicho que su autoridad provenía de su consagración sacerdotal, en la tradición de Moisés. Los escribas y fariseos responderían que su autoridad venía de sus estudios de la Ley y los Profetas. Y los ancianos hubieran alegado que con su experiencia tenían mucha sabiduría que les daba autoridad.  En la parábola de los dos hijos queda claro que lo que da valor a nuestras vidas no es ninguna de esas razones ni, tampoco, como en el caso del primer hijo, el discurso bonito, lleno de promesas de querer hacer la voluntad de Dios pero que después no respalda con su práctica. Es más, lo que da valor a nuestras vidas, no es tampoco un comportamiento libre de errores y debilidades, —si fuera así, las prostitutas y publicanos no llegarían primero al Reino, como afirma Jesús. Lo que da valor a nuestras vidas y nos da autoridad moral, es una vida de unión con Dios pero que, como en el caso de Jesús, se comprueba en su comunión con los pecadores, con los enfermos, en su consagración al servicio de los demás, hasta el final de su vida
  3. Para seguir con la comparación del escultor, que utilizamos en domingos anteriores, cuando nos estamos trabajando a nosotros mismos, y vamos quitando astillas y sobrantes, para que salga a la luz nuestro yo verdadero, nuestro tesoro escondido,  nuestra obra de arte interior, tenemos que estar claros que entre los sobrantes están nuestros diplomas, nuestros vínculos institucionales, nuestras afiliaciones religiosas y políticas. No es que esas cosas no sirvan.  Tienen su utilidad, pueden servirnos para funcionar y darnos supervivencia individual y social, pero no nos van a dar nuestro verdadero valor. No van a dar sentido a nuestra existencia,  a definir nuestra identidad profunda, de hijos de Dios que hacen la voluntad del Padre. Esto solo viene de asumir en la práctica, una vida de fraternidad, de servicio, de solidaridad,  de dejar de estar centrados en uno mismo; una vida, en resumen, como la que vivió JesúsΩ.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...