Ir al contenido principal

24º domingo t. o.


Lect. : Ex 32, 7-11. 13-14;   I Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-32
  1. Por influencias de sociedades muy mercantilizadas se metió hace tiempos  en nuestro país un dicho: "no hay almuerzo gratis", se afirma, queriendo decir que en nuestro mundo todo tiene un precio y que si uno quiere recibir algo, no hay escape, hay que pagar por ello. Lo malo de esta creencia es que se ha extendido a espacios de nuestra vida como la cultura, el deporte, la diversión e incluso, al plano religioso y espiritual. Nos hemos llegado a creer que todo hay que ganárselo pagando por ello y que cuanto más valioso sea, hay que estar dispuesto a pagar mayor precio. Aplicada al plano de la vida espiritual, esta manera de ver las cosas no tiene sentido y es incapaz de entender lo que es el amor de Dios, su generosidad, tal y como fue expresado, de manera especial en la vida de Jesús.
  2. Las tres parábolas que nos narra hoy Lc, nos invitan a compartir una visión muy distinta de  la dimensión  de nuestras relaciones con Dios, con todos nuestros semejantes y con la naturaleza; nos piden que nos demos  cuenta de que lo que nos une más profundamente a todos los seres no se puede gestionar como un mercado. Por ejemplo, lo que llamamos perdón, reconciliación y misericordia, tal como nos lo retrata hoy el texto evangélico, no son bienes por los que hay que pagar para llevarnos bien con Dios. El hijo mayor de la tercera parábola, no lograba asumir esta otra visión. Él creía que su papá estaba obligado con él a festejarle, porque era bien portado, cumplidor y no se había separado nunca de su casa. Y creía que su papá se equivocaba al recibir al hijo menor, y festejar su regreso sin pedirle nada a cambio, sin imponerle penitencia, sin exigirle que trabajara para reconstruir la parte de la herencia mal gastada. Pero el que se  equivocaba era él. Como se equivocaban los escribas y fariseos que pensaban que Jesús hacía mal al sentarse a la mesa con pecadores y excluidos que, en su opinión, nada merecían por su mala conducta, en vez de preferirlos a ellos que sí cumplían la Ley y presentaban ofrendas y sacrificios en el templo para alabar a Dios. Para el hijo mayor y para escribas y fariseos, en lo espiritual tampoco hay almuerzo gratis y hay que pagar por los propios yerros, así como hay que cumplir bien la ley si se quiere gozar del favor de Dios.
  3. Lo que la práctica de Jesús transparenta es, por el contrario, la actitud un Padre que es pura gratuidad en su relación con todos los seres humanos y con todo lo creado. No es un dios que espera que nosotros nos portemos bien para poder amarnos, sino que toda nuestra capacidad de hacer el bien, todos nuestras capacidades, nuestros aciertos y nuestra disposición a reponernos de fallos y daños, proviene de que Él nos ha amado primero y está en la raíz de nuestra vida generando bondad y amor. Todo nuestro ser está en Él. Por esos dones gratuitos con los que nos cubre no podemos pagar ni se nos pide que lo hagamos. Lo único que el Evangelio nos pide y nos ayuda a descubrir es que el amor genera amor, el perdón genera capacidad de perdonar y que la gratuidad  genera también la capacidad de agradecer, mostrando nuestro agradecimiento siendo nosotros también generosos, sobre todo, al entregarnos a construir relaciones de amor desinteresadas con todos nuestros semejantesΩ.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...