Ir al contenido principal

23o domingo t.o.


Lect.: Sap 9: 13 – 18; Fil 9b – 10; 12 – 17; Lc 14: 25 - 33

  1. Puede parecer curioso y hasta contradictorio que Lc recuerde hoy a un Jesús diciendo que eso de querer ser su discípulo  tiene que ser algo muy bien pensado. Puede parecer raro y hasta contradictorio porque en otros pasajes parece que los evangelistas alaban, más bien, la decisión rápida para seguir a Jesús, e interrumpir o dejar lo que se está haciendo y ponerse en el camino del evangelio. Pero no hay contradicción. Lo que otras veces enfatiza el evangelio es la disposición sincera, firme y sin condiciones o intereses mezquinos para escuchar el llamado. En el texto de hoy Lc no niega esa exigencia pero apunta a que esa decisión debe tener  clara la magnitud y el tipo de objetivo, de compromiso en el que nos estamos enrolando.  En otras palabras, hay que saber a qué nos estamos apuntando para medir cuál es la actitud y cuáles las capacidades con que debemos contar para emprender ese seguimiento.
  2. No es lo mismo, por ejemplo, pensar que nos estamos apuntando a un centro de estudios para aprender doctrinas espirituales muy hermosas, o que nos estamos metiendo en un programa de autoayuda para tratar de superar problemas de depresión, dolor y tristeza, o, incluso, que a lo que nos estamos vinculando es a un grupo religioso dedicado a organizar celebraciones de culto y alabanza. Cada uno de esos propósitos podrá ser o no valioso e interesante, y para formar parte de cada uno de esos  grupos se necesitan cualidades diversas; pero no es a ese tipo de compromisos a las que está Jesús invitando a quienes quieran ser sus discípulos.
  3. Su invitación es mucho más radical e importante. Nos invita a reorientar y a revalorizar todas las dimensiones de nuestra vida humana poniéndolas por encima de cualquier otra cosa, en dirección del reino de Dios. Nos invita a descubrir que dentro de cada uno de nosotros existe desde toda la eternidad el potencial para vivir la vida  divina como lo vivió el hijo del hombre. Descubrir que nuestra vida familiar, nuestras relaciones con papás, hermanos y parientes, nuestras actividades laborales y sociales e incluso nuestra propia existencia personal, solo alcanzan su valor pleno y verdadero cuando se ponen al servicio de ese reino que es el encuentro con Dios.
  4. Se trata de una invitación que si la entendemos y la aceptamos nos hace despojarnos radicalmente de toda otra manera de ver y vivir la vida, sin importar cuáles sean los modos de pensar dominantes; algo así como a Pablo le hizo llegar a ver a un esclavo como un compañero a pesar de que eso iba contra las normas sociales de su época; o como el Papa Francisco se atreve a rechazar toda forma de guerra, a pesar de la posición actual de los EE.UU y de otras potencias, respecto al conflicto en Siria. De ahí que Lc  nos plantee el reto de preguntarnos, antes de apuntarnos  con entusiasmo superficial como discípulos de Jesús, si de verdad queremos invertir en los materiales para esa dura construcción, para ese trabajo y esa lucha.Ω

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...