Ir al contenido principal

10º domingo t.o.


Lect.: I Reyes 17, 17-24     Gálatas 1, 11-19 ;Lc 7:11-17

  1. En la puerta de la pequeña ciudad de Naín, nos dice Lucas, se topan dos procesiones. Una, que viene entrando, un gran gentío en torno a Jesús, podemos imaginarlos llenos de entusiasmo y esperanzas en torno al Maestro. Y otra que viene saliendo, acompañando a una pobre viuda que a enterrar a su único hijo.  Una procesión pletóricos de vida que se cruza con otra doblegada por la muerte. Retomamos este domingo las narraciones sobre la vida cotidiana de Jesús y empezamos con este escenario de muerte y vida, de dolor y alegría, que marcará toda la existencia terrena de Jesús, igual que marca toda la existencia de cada uno de nosotros.
  2. Y al cruzarse los dos grupos, Jesús , definiendo el comportamiento de quienes lo acompañan, no pasa de largo, no queda indiferente ante la tragedia de aquella pobre mujer con que se cruza. Todo lo contrario. Jesús siente que se le conmueven todas las entrañas (eso expresa la palabra griega,  pobremente traducida como "lástima"). Es decir es sacudido por la compasión, hace suyos los sentimientos de la viuda. Toda nuestra existencia humana, lo sabemos, cada uno y nuestro entorno, es misterio de vida y muerte, de dolor y disfrute. Y Jesús no es excepción, peroderrota la muerte estableciendo un puente entre ambas dimensiones, un puente por el cual la fuerza de la vida da aliento al dolor y a la muerte, y ese puente es la compasión, la capacidad de sufrir con el que sufre, de colocarse  dentro de sus propios zapatos, en su propia situación.
  3. La compasión, la capacidad de padecer, de sentir con quienes sufren, la vemos en Jesús enraizada en una experiencia profunda del Dios que es vida, que es la misma y única fuente de vida de todos y que, por ello nos integra en una unidad profunda de unos con otros. La compasión establece vasos comunicantes para trasvasar de unos a otros la vida que compartimos, en la medida en que las limitaciones de nuestra existencia material pueden estar temporalmente bloqueando, por la enfermedad, el dolor y la muerte, el disfrute pleno de la vida.
  4. Jesús no puede eliminar de raíz la muerte o el dolor, y él mismo los experimentó en su carne y su sangre, porque son rasgos de nuestra existencia material. Pero nos da la fuerza y los instrumentos para vencer las secuelas de la muerte, por la vía de la compasión. Por eso Lucas coloca en su evangelio esas dos formidables parábolas de la compasión, la del Buen Samaritano y la del hijo pródigo. Por eso muestra más que otros evangelistas la vida de Jesús marcada por la misericordia, por la compasión. Cuando decimos que en la cruz Jesús nos salva, que "padece por nosotros" no expresamos otra cosa más que esta que meditamos hoy: que es la compasión la que nos da la vida y derrota la muerte. Es lo que Jesús expresó en cada momento y hasta el final, que quien gana su vida la pierde y quien la gana en la vida del Eterno. Lc 9:24

Comentarios

Entradas más populares de este blog

TRES REFLEXIONES PARA RECUPERAR EN LA "FIESTA DE LA TRINIDAD"

  Al repasar mis reflexiones de los últimos años sobre la "celebración de la Trinidad", me parece valioso recuperar, entre otras, las siguientes. La primera,  que l a experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones.  En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber constatado al meternos a “hablar de Dios”, porque detrás de esa palabra, ese nombre, “Dios”, tocamos la realidad más profunda de nuestro ser, de nuestra persona, de esa realidad que está en cada uno de nosotros pero que es más grande que nosotros. Lo normal, entonces, es que el lenguaje verbal siempre se quede corto y nos deje insatisfechos. L o primero que aportó la Buena Nueva fue la oportunidad, no de aprender una verdad teológica , sino de vivir la  experien...

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

CELEBRANDO LA ASCENSIÓN, ¿SE TRATA DE UNA "SUBIDA"?

 Se supone que uno de los propósitos de las fiestas litúrgicas es pedagógico. Se trataría de desglosar diversos aspectos del mensaje evangélico para facilitar su comprensión. Y se suponía también que al asociar cada aspecto del mismo a un "episodio" o dimensión de la vida de Jesús, esto daría más vitalidad y dinamismo al anuncio de la Buena Nueva. No sé en que medida esto se logró en siglos pasados, pero me temo, desde hace tiempos, que hoy en día" el modo de realizar la celebración litúrgica más bien desorienta la formación en la fe de los creyentes contemporáneos. En vez de una comprensión progresiva del Mensaje se produce una fragmentación del mismo y una pérdida de visión de conjunto y, al mismo tiempo, al asociar cada "fragmento" a recuerdos de diversos momentos sucesivos de la vida de Jesús, se crea la impresión de que se está intentando construir y reproducir un resumen biográfico de ésta. Un paso más y caemos en una lectura literalista y fundamentalista...