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27º domingo t.o.

Lect Is 5:1-7; Flp 4:6-9; Mt 21: 33-43

1. El domingo pasado terminábamos con una expresión de lo más fuerte, violenta incluso, de Jesús a los sacerdotes del Templo y a las autoridades religiosas, cuando les dice que las prostitutas y cobradores de impuestos para los invasores romanos, les llevan ventaja en experimentar el reino de dios. En el texto alegórico de hoy en Mt nos queda claro el por qué de tanta dureza de expresión. No es que Jesús nos hable de un Dios airado y castigador. Más bien lo contrario. El Dios de Jesús es un Dios enamorado de su pueblo, de la comunidad humana de la que Israel era tan solo imagen. Para el Dios de Jesús la comunidad humana era como el terrenito querido, la finquita en la que había sembrado su vid, su planta más esplendorosa y fecunda, Is 2:21 cepa selecta, toda entera de simiente legítima.  Por eso se identifica por completo con ella. Es una Imagen de mucho cariño, de relación estrecha, todo requiebros, todo piropos,  si la regaña es para volver al amor. Nos recurra a campesinos que hablan de su tierruca, su cafetalito, de la que depende su vida y la de su familia, y a la que dedica sus cuidados. Invierte en ello todo lo que tiene.  Una vez más queda claro que el Dios de jesús no ve al ser humano como su rival, sino que se identifica plenamente con la comunidad humana.
2. Entonces, contra qué polemiza este texto de mt hoy? contra las actitudes que intentan distorsionar este tipo de relación amorosa única entre Dios y su pueblo,  construyendo estructuras religiosas que están por encima de las personas, el hombre al servicio del sábado. Y¿A quiénes se dirige este discurso de Jesús? En lo inmediato contra los sacerdotes del templo y autoridades de Israel que habían pervertido la  religión de Moisés. Pero va más allá, y se dirige  Contra quienes se afincan en ese tipo de visión religiosa que pervierte las intenciones de Dios y tratan de manipular a Dios para beneficio de sus intereses particulares. No es un peligro que tengan solo un grupo de personas, -aunque no cabe duda de que quienes ejercemos ministerios y cargos religiosos podemos padecerlo más-pero se trata en lo profundo de una tentación que también existe en cada uno de nosotros, de cada uno de los que nos decismos creyentes y religiosos. Dentro de cada uno existe el peligro potencial de ser un viñador homicida, como dentro de cada uno está la tensión permanente entre trigo y cizaña, de ser o no semilla fecunda. Es decir, todos enfrentamos el peligro de intentar privatizar la religión, de tratar de manipular a Dios y de olvidar que la viña somos toda la comunidad humana y que es al bien común, y ala plenitud de vida de todos sus miembros, a lo que debemos aspirar.
3.  Ya desde las primeras páginas de la Escritura, hallamos la Idea del sentido de la labor humana en el mundo, com una tarea de administrar la creación y de llenarla, de labrar y cuidarla, según Gén 2:16. lo contrario de lo cual es expoliarla, tratar de excluir a otros de sus beneficios,  ... Esto que desde siempre, en el pensamiento bíblico es criticable en lo material, en el pensamiento de Jesús lo es más aún cuando se refiere a lo religioso en donde toda  práctica e institución debe estar al servicio de la viña con que Dios se identifica, la comunidad humana, y a cuya plenitud apunta toda la acción de Dios. Se marca así la vocación de las iglesias, de toda organización y práctica religiosa para apoyar a que todos los seres humanos podamos llegar ser plenamente humanos.

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