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6º domingo del t.o.: el legalismo moral, un problema de inmadurez

Lect.: Eclo 15, 15-20;1 Cor 2, 6-10; Mt 5, 17-37

Ver los textos originales de la liturgia de hoy en: http://textosparalaliturgia.blogspot.com/2017/01/leccionario-i-domingo-vi-del-tiempo.html

  1. Un texto como el que nos regala hoy Mateo puede ofrecernos un interesante aporte para entender mejor el carácter de la personalidad histórica y de la enseñanza de Jesús de Nazaret. Y por eso, al mismo tiempo, contribuye a nuestra vivencia y práctica de su Evangelio hoy. ¿Por qué? ¿qué quiero decir con esto? Todos lo sabemos, Jesús no fue un ser de otro planeta. Nació, creció y enseñó en una época y en un lugar muy determinados. Su extraordinaria calidad humana está marcada e interpelada por las características del momento histórico que vivía su pueblo y a las que responde desde su profundidad espiritual. Si lo vemos así, podemos entender, al menos en una parte importante, su enfrentamiento con los dirigentes religiosos judíos, de una manera que habitualmente no se comenta. Se trata de un enfrentamiento que no sucede simplemente por unas creencias divergentes, por matices de interpretación de afirmaciones religiosas, como las que suelen darse y hemos visto en nuestro tiempo entre sectas o tendencias de una religión. Podemos afirmar que el conflicto de Jesús con los dirigentes religiosos judíos sucede, entre otros factores, también porque los líderes religiosos del Templo representan un momento de menor madurez, de minoría de edad, en cuanto a desarrollo de conciencia religiosa y moral. Pensemos que, probablemente la versión del Pentateuco, —los libros fundamentales de la Biblia judía—, en que fueron formados los judíos de la época de Jesús, data del siglo VI antes de Cristo. Es decir, su redacción representa, cuando menos, la conciencia religiosa y moral que tenía el pueblo judío de 600 años antes de Jesús. Ya por este hecho puede entenderse la distancia de éste con ellos. Jesús actúa, piensa y habla, desde una conciencia más madura; ellos están anclados en el pasado y se refugian, en gran medida, en la repetición de textos heredados de muy atrás.
  2. Pensemos que los pueblos, como las personas, —según nos lo enseñan la psicología y las ciencias sociales hoy día— evolucionamos, es decir, desarrollamos nuestra conciencia moral conforme vamos madurando humanamente, poco a poco, en relaciones con los demás y con nuevas circunstancias. Por decirlo así, atravesamos por etapas de diferente grado de madurez [Ver nota al final de esta reflexión]. A un niño muy pequeño, por ejemplo, no se le puede pedir que actúe por convicción, o por respeto a principios. No entendería.  Aprende a comportarse por obediencia, en dependencia de sus mayores. En ese momento es lo normal. Y algo así pasa con los pueblos. Un pueblo, también el judío, pasa por etapas muy primarias o, si se me permite decir, rudimentarias en la maduración de su conciencia moral y religiosa. En esa perspectiva Israel interpretaba lo que era Dios, su relación con Él y también la revelación, desde un nivel muy elemental y análogo al de niños pequeños. Era normal entonces que su conducta y sus enseñanzas estuvieran marcadas por el temor al castigo, y que se apegara al cumplimiento literal de normas, que adoptara actitudes legalistas. Como señalan los estudiosos de este tema, a la actitud legalista se puede llegar por inseguridad humana, por inmadurez que empuja a no correr riesgos, a pedir normas que le indique que hacer en cada momento. O buscando seguridad religiosa, la persona piensa entonces que cuanto más normas le den y cumpla, más se garantiza la salvación. Y claro, con esas actitudes se cae fácilmente en el peligro de quedarse en la letra de las leyes, aun con grandes contradicciones en la vida de quien así procede.
  3. Jesús contrasta con esos comportamientos y con esas creencias. Su extraordinaria madurez humana, su grado de libertad interior, su identificación con los más vulnerables y sencillos, derivadas de su vivencia profunda de la presencia de Dios, le permiten entender qué era esencial en las enseñanzas de la ley de Moisés, y qué eran adiciones o interpretaciones literales y legalistas de épocas anteriores. Por eso se atreve a decir, sereno y seguro de sí mismo: “habéis oído, pero yo os digo”, exponiendo el sentido y la intencionalidad profundos de la ley de Moisés. Y así, en este pasaje, reinterpreta los mandamientos de no matar, no cometer adulterio, no jurar en falso, … reinterpreta el divorcio, la venganza y el alcance del amor al prójimo.
  4. La humanidad, los pueblos, y la Iglesia han seguido evolucionando en madurez en su conciencia moral y religiosa. Aunque no todas las personas y grupos lo hacen a la misma velocidad ni de forma automática. Nosotros, como Jesús en su momento, —y como lo intenta hacer el Papa Francisco— tenemos también el reto de escuchar la palabra de Dios, y leer los textos de la Escritura y la Tradición, no desde una conciencia infantil, guiados solo por la obediencia y el temor; ni siquiera solo por respeto al orden social y eclesiástico establecidos,  de manera legalista, sino porque nuestra madurez humana y nuestra vivencia de Dios, nos permiten descubrir por nosotros mismos qué prácticas, qué acciones y qué modos de vida realmente nos construyen a nosotros y a los demás, como seres humanos plenos, y cuáles no. Ese es el criterio de discernimiento para la acción cristiana, no que algo esté mandado o no, sino que lo que hagamos contribuya a la realización plena de lo humano en uno mismo y en los demás.Ω

Nota:
Sobre los niveles y etapas de la conciencia moral pueden leerse con gran provecho los planteamientos de Jean Piaget y de Lawrence Kohlberg que, a partir de estudios de observación en diversas culturas, están convencidos de que las personas pasan por un proceso de etapas, algunas derivadas de la maduración biológica, otras de interacción social.-  En el campo de lo social, existen estudios como el Juan Carlos Alútiz que apuntan a comprender el proceso de maduración de la conciencia moral de los pueblos.--  Con estos aportes puede construirse un buen marco para ubicar y entender mejor los conflictos religiosos y morales que apararecen en las narraciones del Nuevo Testamento.

Ver, por ejemplo:
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Juan Carlos Alútiz, Los estadios morales de la evolución social, Papers 74 (2004), Departamento de Sociología de la Universidad Pública de Navarra.Esteban Pérez Delgado, La Psicología del desarrollo moral : historia, teoría e investigación actual, 1991, Siglo XXI, España.

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