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4º domingo de Pascua: las experiencias de una vida nueva

Lect.:  Hechos 13:14, 43-52; Apocalipsis 7:9, 14-17; Jn 10:27-30

  1. En los primeros tres domingos de este tiempo de Pascua, los pasajes evangélicos contenían relatos en los que con lenguaje figurativo, se narraban experiencias de los apóstolesque les habían reafirmado su convicción de que Jesús vive y de que Jesús es el Señor. Como sabemos y hemos repetido, las experiencias las presentaban como relatos de apariciones porque no tenían muchas formas de expresar lo que era la experiencia de una forma de vida nueva y plena. Usaban, entonces, los términos que tenían a su alcance, en el lenguaje de su época, y “aparición” era uno de ellos. Además, estas experiencias se ubicaban después de la muerte de Jesús. Pienso que probablemente a Uds. y a mí, de primera entrada  nos va a llamar la atención que en estos tres últimos domingos del tiempo de la Pascua que siguen, empezando con el de hoy, no sigan con la misma pauta. La tradición de la Iglesia que, a lo largo de la historia fue organizando estas celebraciones eucarísticas del tiempo pascual, deja de usar textos que hablen de apariciones posteriores a la muerte de Jesús y más bien tiran la mirada para atrás, para hablar en retrospectiva de sucesos que habían tenido lugar durante la vida de Jesús. Esto nos puede sorprender. ¿Cómo hablar de experiencias de resurrección antes de la muerte de Jesús. No estamos seguros de por qué la tradición de la Iglesia pasa a presentar la experiencia del Resucitado en hehos anteriores a su muerte, pero hay dos razones muy probables que nos ayudan mucho a una lectura e interpretación fecunda del evangelio de Juan. 
  2. En primer lugar, más aún que los otros evangelistas, san Juan no intenta en sus escritos construir una biografía de Jesúsni siquiera un resumen de su vida y por eso, en segundo lugar, tampoco sigue ninguna secuencia histórica cronológica de hechos, como ordinariamente pasaría cuando se quiere contar la biografía de cualquier personaje. Lo que Juan y su comunidad intentan, al escribir este libro de su evangelio es una construcción teológica, es decir, en este caso,  “una interpretación de la persona y obra de Jesús, hecha por una comunidad a través de su experiencia de fe.Por eso, no importa que de lo que se hable en estas páginas, hechos significativos para el evangelista y su comunidad, sean anteriores o posteriores a la muerte de Jesús, con tal de que se trate de recuerdos de Jesús que les permiten, a la luz de la pascua, descubrir en Jesús una realidad  personal, profunda de Hijo del Hombre, es decir, del ser humano pleno. Por eso, se descubren ellos mismos, como seres humanos en camino a la plenitud de esta vida, se revela también la realidad profunda de la vida de los discípulos.Como dice el versículo que sigue al texto que hemos leído hoy, “Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.” (Jn 20: 30 - 31). Este es el propósito del libro y es la intención correcta con la cual leerlo: tener vida en su nombre. No interesa el relato como un libro doctrinal, ni histórico, ni científico, sino para descubrir el camino a la vida plena, en la vida y persona de Jesús, el Hijo del Hombre.
  3. Al recordar diferentes momentos de la vida de Jesús, los apóstoles los leen interpretan ahora con su perspectiva pascual de fe; descubren ahora cosas que no habían descubierto mientras Jesús caminaba con ellos por los caminos de Palestina. Así, por ejemplo, en el texto de hoy, que hace referencia a un episodio de confrontación con los judíos que no lo aceptaban. Más allá de lo anecdótico, este pasaje transmite tres descubrimientos que hacen ahora, al recordar el acontecimiento. Tres descubrimientos sobre hechos pasados y que, en su momento ellos no habían percibido y que les permiten experimentar que Jesús es el Viviente más allá de la muerte, y que es el Señor. En primer lugar ellos experimentan ahora la realidad de lo que Jesús les dice con ocasión de la confrontación con los judíos: que ya les está dando la vida eterna, o vida del Eterno; que ellos han sido entregados por el Padre a Jesús de una manera tal que nadie podrá arrebatarlos de sus manos y que esto es posible porque el Padre y Jesús son una sola realidad. Ahora, por fin, a la luz de la Pascua, ven, entienden, que esa vida nueva del resucitado ya estaba con ellos desde antes y, lo ven ya no en forma de apariciones, sino en la experiencia de su propia vida en la que están descubriendo que esta realidad ya se daba en su resistencia a los ataques, en la confianza que tenían en que nada podía separarlos de las manos de Jesús y en la relación nueva con Dios a través de la humanidad de Jesús. Esta transformación interna de Jesús y de ellos mismos se venía dando desde antes, aunque entonces no se daban cuenta. Es una manera de decirnos también a nosotros que recibimos el mensaje veintiún siglos después que aquí y ahora, Uds. y yo también en los conflictos y en los logros de la vida cotidiana estamos sumergidos en esa realidad de la vida nueva del Resucitado, compartiendo la vida del Eterno, sin que nada pueda arrancarnos de las manos de Jesús que es uno con el Padre. Aunque quizás aún no vemos, no nos hemos dado cuenta de esta extraordinaria realidad que de hecho estamos viviendo.Ω


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