4º domingo de Pascua, 25 de abril 2010 Lect.: Hech 13: 14.43 – 52; Apoc 7: 9. 14 b – 17; Jn 10: 27 – 30 1.La luz de la Pascua que continuamos celebrando nos permite releer el evangelio de Jn y redescubrir al menos parte de lo esencial del mensaje, que a menudo se nos oscurece por prácticas religiosas, bien intencionadas pero poco acertadas. Dos afirmaciones son centrales en este texto, que parecen sencillas pero que a menudo se nos escapan. La primera nos aclara que el sentido profundo de la misión de Jesús es darnos la vida eterna, o mejor dicho, la vida del eterno, la vida de Dios. La segunda es mostrar que ese don de la vida, nos lo da por decirlo así, de manera vital, en una amorosa relación, cercana, más aún íntima. Estas dos enseñanzas tan fundamentales, sin embargo casi que sin darnos cuenta las hemos sustituido con otras, que tienen la apariencia correcta y, sin embargo, son distorsiones de las evangélicas. Veámoslo un momentito, como sugerencias, al menos, para que Uds. conti...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.