Lect.: Eclo 35, 12-14. 16-18; II Tim 4, 6-8. 16-18; Lc 18, 9-14 La semana pasada el texto del evangelio nos pedía que dejásemos de ser como el juez injusto que cerraba sus oídos a los lamentos de la viuda pidiendo justicia. Y nos hacía ver la urgencia de que nos interpelemos a nosotros mismos y asumamos nuestra cuota de responsabilidad por en lo que causa injusticia en el país, en el funcionamiento de una economía que causa progresivamente más desigualdad y pobreza. La 1ª lectura de hoy del libro del Eclesiástico insiste en el tema: nos presenta un modelo de un Dios que, a diferencia de aquel juez injusto, no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja. Y esto nos interpela de nuevo, porque si el grito de los que padecen injusticia “alcanza las nubes”; es más, si los gritos del pobre “atraviesan las nubes” y hasta alcanzar a Dios no descansan; con más razón deberí...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.