Lect.: Miq 5:4-1 a; Hech 10:5-10; Lc 1:39-45 Anoche, al terminar la final del campeonato de fútbol, quedé inquieto por algunas de las expresiones religiosas en miembros del equipo triunfador. A primera vista parece muy bien agradecer a Dios el gane y el campeonato. Hay algo bueno en ese reconocimiento, pero es todavía muy incompleto. Porque si se entiende que Dios dio el triunfo a un equipo, ¿qué quiere decirse? ¿Que no estuvo con los rivales o que estos no se encomendaron lo suficiente? No es un problema que pasa solo en fútbol. También sucede, por ejemplo, en el campo de la salud, cuando agradecemos a Dios que nos haya liberado de una enfermedad que ha afectado, quizás a un amigo. ¿Es que Dios no está con ese amigo enfermo y me tiene preferencia a mí? Esta hermosa meditación simbólica del texto de Lucas hoy nos pone en la figura de María la revelación de la condición de vida de cada uno de nosotros: todos estamos " preñados de Dios ". Todos: heredianos y li...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.