11º domingo t.o., 13 de junio de 2010 Lect.: 2 Sam 12: 7 – 10. 13; Gal 2:16. 19 – 21; Lc 7: 36 – 8: 3 1.Si se contrasta la 1ª con la 3ª lectura de hoy de inmediato se cae en la cuenta de lo mucho que tenemos que caminar los seres humanos para crecer en una espiritualidad madura, con una manera de relacionarse con Dios coherente con el Evangelio. Quienes escribieron el 2º libro de Samuel nos presentan todavía la imagen de un Dios, juez legislador poderoso arbitrario, que decide que David puede tomar sin pecar todas las mujeres del harem de Saúl pero, eso sí, no aprovecharse de la mujer del hitita Urías. El pecado depende de lo que ese legislador decide y, por tanto, la tranquilidad de conciencia de los humanos puede darse con tal de que estemos cumpliendo las disposiciones legales de ese Dios, independientemente de que las entendamos lógicas o no. Esa manera de ver nuestra relación con Dios es primitiva y, sin embargo, a menudo perdura en nuestros modos de pensar y practicar la religión...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.