26º domingo t.o., 27 sep. 09 Lect.: Núm 11: 25 – 29; Sant 5:1 – 6; Mc 9: 37 – 42; 44. 46 – 47 1. Cuando yo era pequeño, en nuestra educación religiosa se reflejaba una visión militante de una iglesia poseedora de la verdad doctrinal que no solo no aceptaba a los que no compartieran nuestras creencias, sino que además pensaba que había que atacarlos. Recuerdo en esta línea un fraile profesor nuestro, muy combativo contra los protestantes, que aprovechaba hasta las procesiones cuando pasaban cerca de templos evangélicos para vocear mensajes agresivos contra los hermanos separados. Fundó incluso una revista mensual que se dedicaba exclusivamente a impugnar los errores de los cristianos no católicos. Escuché también, compartiendo una vez un almuerzo con el P. Chacón, en la Iglesia de Fátima, a alguien que contaba de la primera fundación de un templo evangélico en Heredia, y de cómo los chiquillos de la parroquia, se sentían animados por lo que habían aprendido y se lanzaban a tirar piedra...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.