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Mostrando las entradas de marzo, 2014

4º domingo de cuaresma

Lect.: I Samuel 16,1b.6-7.10-13 a; Ef 5,8-14; Jn 9,1-41 Cuando el autor de este evangelio escribió el texto que acabamos de escuchar (como 60 años después de la muerte de Jesús), estaba transmitiéndonos algo más profundo y apasionante que la mera narración de una curación de un ciego, -por más que   esta pueda ser llamativa. Lo que nos está contando el autor es la experiencia por la que atravesaron algunas de las primeras comunidades, -las llamadas "comunidades de Juan o "juaninas", experiencia espiritual profunda, que cambió sus vidas y  prácticas y por la cual fueron expulsados de la sinagoga . Igual que Jesús, estos primeros cristianos habían sido judíos siempre. Pero en Jesús encuentran, no una nueva religión, sino un camino nuevo para vivir su fe, que les permite descubrir de manera nueva a Dios y el significado de lo que es la vida humana plena . En el anuncio de la Buena Nueva habían recibido la invitación a seguir el mismo camino de Jesús, a vivir la exp

3er domingo de Cuaresma

Lect.:  Ex 17,3-7; Rom 5, 1-2.5-8;  Juan 4,5-42 Por tradición o por convicción, o por ambas cosas mezcladas, venimos al templo estos domingos de cuaresma, para recorrer juntos un camino de preparación a la fiesta central del cristianismo, la Pascua. Y como parte de esa preparación repetimos lecturas, prácticas y reflexiones como hemos hecho otros años. Y de repente, una vez más, nos topamos con este episodio de la mujer samaritana a la que Jesús habla en el borde del pozo. Es un episodio de gran riqueza temática y vivencial, pero del que vamos a fijarnos solo en un interesante aspecto . Si lo observamos con atención, escucharemos una situación curiosa y que podría resultar hasta divertida: Jesús habla  en un nivel y la samaritana le entiende en otro. Jesús habla de "agua viva" y la mujer le pregunta como va a sacar agua del pozo si ni siquiera trajo balde; a ella le preocupa la discusión entre samaritanos y judíos sobre el lugar correcto para dar culto a Dios, y Jesús

2º domingo de cuaresma

Lect.: Génesis 12,1-4ª; II Timoteo 1,8b-10; Mateo 17,1-9 Qué difícil nos resulta descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos! Dicho de manera más general, que   incluya también a quienes no son creyentes, qué difícil descubrir la presencia del Bien en medio de experiencias que consideramos negativas, de destrucción, de perdidas, de enfermedad o de muerte. Nuestra actitud humana normal, cuando estamos en un apuro, en un sufrimiento, en el dolor de una separación o de lo que vemos como un fracaso, es la de gritar del fondo de nuestro corazón pidiendo auxilio, y en la actitud cristiana, pedir que Dios nos libre de este mal que nos ahoga. Es lo normal. Lo que se nos hace difícil en esas circunstancias, es descubrir la luz en medio de la oscuridad, la verdad a través del error, la paz, el amor en medio de conflictos o tensiones. Ciertamente, nuestra percepción de las cosas es corta, muy inmediata y muy limitada. Cuando nos topamos con este relato del evangelio, que nos de

1er domingo de cuaresma.

Lect.: Génesis 2,7-9; 3,1-7; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11 Con este texto, conocido como "las tentaciones de Jesús"—, Mt, igual que Mc y Lc, quieren presentar a sus comunidades una síntesis de lo que fue el reto permanente de Jesús, a lo largo de su vida y que va ser también el reto permanente de toda comunidad cristiana. Jesús, con su bautismo, empieza a cobrar conciencia de su vocación al servicio de una nueva manera de ser y de relacionarse los seres humanos, llamado el "reino de Dios". Empieza a comprometerse y a avanzar en esa dirección pero no por un camino llano y sin tropiezos. Todo el tiempo se verá asediado por fuerzas que lo empujan en otras direcciones, que lo incitan a construir la comunidad humana y la vida de las personas, no como “reinado de Dios”, sino bajo la conducción del dinero, del poder de dominación política e incluso por el poder de dominación religiosa.  Esas otras direcciones son las que los evangelistas presentan a sus comunida

8º domingo t.o.

Lect.:  Is 49,14-15; I Cor  4,1-5; Mt 6,24-34 Cuando recordamos cómo era la Palestina en que vivía Jesús y cómo era la multitud de los primeros seguidores del Maestro, nos vemos forzados a preguntarnos a qué se refiere Jesús cuando dice:  " no estén agobiados por la vida, ni preocupados por la comida y el vestido y la vivienda" . Porque, si somos sinceros, a primera impresión, estas frases no suenan nada bien. No solo se las está dirigiendo a gente empobrecida, y sufrida, sino que es gente que diariamente puede ver a los sacerdotes del Templo, con sus riquezas, y a los saduceos, que habían concentrado la propiedad del trigo, del vino y del aceite, que habían desposeído a los antiguos pequeños propietarios campesinos de una tierra que Yavé había entregado a todo el pueblo y no a una élite. Decir a esa pobre gente, en esa situación, "no se agobien", le hace a uno preguntarse, ¿está hablando en serio?, ¿será que está pensando en una providencia de Dios que va a