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Mostrando las entradas de enero, 2014
3er domingo t.o. Lect.: Isaías 8,23b-9,3; I Corintios 1,10-13.17; Mt 4:12-23 Habíamos quedado los dos domingos anteriores en un hecho que define la misión de Jesús, después de su bautismo : Jesús pasa el río Jordán, deja el desierto y la predicación de penitencia del Bautista, y deja de esperar que el juicio de Dios va a venir de forma extraordinaria desde fuera. Por una convicción profunda, a partir de una experiencia intensa de Dios, se da cuenta de que está llamado a iniciar, a anunciar y a construir el reino de Dios. Y en esta decisión, en este momento, hay tres rasgos que vale la pena subrayar , Primero , al pasar el río y entrar en la tierra prometida no va a buscar el Templo, ni a los sacerdotes, ni a las clases dirigentes del país. No va a Jerusalén por ahora. Va a Galilea, esa tierra contaminada, según los judíos, de ritos y costumbres medio paganas; una tierra " rota por la división social, la opresión de terratenientes, sacerdotes y usureros" (Pikaza), una

2º domingo t.o.

Lect.:   Is 49,3.5-6;  I Cor 1,1-3; Jn 1,29-34 No estamos acostumbrados a pensar en el proceso de maduración que atravesó Jesús a lo largo de su vida . Hemos estado expuestos a la tentación de creer e imaginarnos un Jesús superdotado ya desde pequeño y en disfrute de cualidades divinas extraordinarias. Se nos olvida aquello que ya advertía el evangelista, de que Jesús "crecía en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres". Por eso hemos tenido problema con hacernos a la idea de que en Jesús se nos transparenta el ser humano pleno que cada uno de nosotros está llamado a ser . Pero el episodio del bautismo de Jesús y de su relación con Juan el Bautista nos pegan una sacudida y nos despiertan a esa dimensión que nos hace a Jesús tan cercano: fue en todo semejante a nosotros, menos en el pecado . En particular, en su proceso de crecimiento, vivió muchos años, alrededor de 34, una vida ordinaria, dependiente de su trabajo para sobrevivir , de contacto diario

Bautismo de Jesús

Lect.: Is 42,1-4.6-7;   Hech 10,34-38;   Mt 3,13-17 Cuando Jesús se acerca a Juan que está bautizando en la orilla, al otro lado del Jordán, ya tiene más de treinta años, un adulto maduro, hecho y derecho, con una relativamente larga vida laboral, como obrero de construcción, carpintero, un poco de todo. No tenemos detalles de toda esa primera etapa prolongada de su vida y solo podemos suponer que vivía de manera sencilla, trabajadora, familiar, en medio de su clan. Entonces algo pasó que lo hizo cambiar . Por los relatos de los evangelistas podemos conjeturar que entonces tiene una experiencia espiritual intensa, una vivencia fuerte de la presencia de Dios en su interior que le produce una ruptura con el estilo de vida que venía llevando , que le hace reaccionar de manera no conformista y más preocupado por la situación por la que atraviesa su pueblo  y que le hace decidirse por algo nuevo , por una manera distinta de plantarse frente a los acontecimientos que afectan a su gen

Fiesta de la Epifanía

Lect.: Isaías 60, 1-6; Efesios 3, 2-6; Mateo 2, 1-12 Hace muchos años, en los años 60, me llenó de agradable asombro que el entonces Papa, Pablo VI, introdujera en uno de sus grandes discursos una plegaria procedente de antiquísimos textos de la sabiduría de la India. Esa plegaria dice: “ Condúceme de lo irreal a lo real; de la oscuridad a la luz; de la muerte a la inmortalidad ”.  Luego añadió el Papa : “Esta es una plegaria que también pertenece a nuestro tiempo. Hoy más que nunca debería brotar de cada corazón humano”.    Fui entendiendo desde entonces, con la ayuda de personas como el propio Pablo VI, que los seres humanos todos, en nuestros anhelos más profundos tenemos una íntima coincidencia, así como también coincidimos en los errores de perspectiva, en fallos que nos impiden realizar esos anhelos . También fui entendiendo que el amor gratuito de Dios, sin ninguna discriminación se iba manifestando de muchas maneras  a las diversas culturas y pueblos, y